Reformas pendientes
Es cada vez más imprescindible que nuestros políticos tomen verdadera conciencia de que entre las muchas reformas que tenemos pendientes, una de las más decisivas a medio y largo plazo, es la de generar en esta sociedad del siglo XXI la capacidad de desarrollar el conocimiento útil o aplicado desde criterios éticos y de sostenibilidad que son la base del auténtico progreso o bienestar social.
Sin duda, esta apuesta estratégica pasa entre otras cosas, por incentivar más y mejor la investigación científico-técnica, y por otro lado, pasaría por organizar un nuevo sistema de articulación entre Universidad-Centros de Formación y el sistema productivo-empresarial.
Es decir, volver a reconectar o articular de manera mucho más eficiente e intensa las enormes capacidades formativas de que dispone nuestra extensa y amplia red de universidades para ponerlas al servicio de las necesidades y exigencias de formación y reciclaje permanente de los recursos humanos de nuestras empresas e instituciones.
Hay que crear las condiciones para garantizar la formación permanente en toda la vida laboral si queremos ganar como país la batalla de la competitividad y del bienestar en esta nueva era del conocimiento, la innovación y también de la ética y la espiritualidad.