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Entrevista:CENA CON... MICHAEL E. FISHER

"Yo no hago experimentos. Solo los concibo"

A Michael Fisher le puede la curiosidad, en todo. Inició su carrera, hace ya bastantes años, como ingeniero electrónico, diseñando ordenadores "en los primeros tiempos", señala. "Pero también me interesaba utilizarlos para investigar", añade, y su brillante carrera ha abarcado tanto la química como la física. Ahora está trazando puentes con la biología. "Soy un científico teórico, no hago experimentos, como mucho los concibo o los propongo, pero, sobre todo, me ocupo de matemáticas".

Su curiosidad desplegada en múltiples direcciones le trajo a Madrid, también "hace mucho tiempo", dice, para recibir clases de guitarra flamenca. "Yo tocaba la guitarra, pero vi a Carmen Amaya en un programa de televisión y me impresionó". Le gusta, por tanto, cenar en Casa Patas, con espectáculo flamenco de colofón.

El matemático, experto en mecánica estadística, sigue activo a los 81 años

Fisher, acompañado de su esposa y su hija, ha venido esta vez para recibir el Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Básicas 2009, de la Fundación BBVA. Este científico británico, que reside en Washington, se maneja cómodamente con el menú típico: melón con jamón y pincho moruno. Para beber, una copa de vino.

"Es un honor recibir un premio así, sobre todo porque significa el reconocimiento de los demás", dice Fisher, y de galardones importantes sabe mucho, hasta el punto de que se le consideró para el Nobel. ¿Cree que se lo darán algún día? "No, no, no... ahora ya no. Recibí el Premio Wolf con mis colegas Kenneth Wilson y Leo Kadanoff, en 1980. Luego Wilson recibió el Nobel de Física en 1982". Las distinciones reconocieron las contribuciones de estos científicos en la teoría que explica las transiciones entre diferentes fases de la materia. "Se trata de comprender a nivel profundo las fluctuaciones y variaciones de muchos fenómenos, como el cambio de estado del agua, la evaporación o la congelación", explica. Él es un investigador reconocido internacionalmente por la mecánica estadística, que permite describir el comportamiento en masa de las moléculas.

A sus 81 años, Fisher sigue "más o menos activo", en la Universidad de Maryland y, buen parlanchín, le falta tiempo en la cena para hablar de la ciencia y de la suerte que ha tenido al haber logrado el éxito en distintas áreas. "A la hora de elegir un problema, lo que me mueve es la curiosidad", dice. Además, siempre le ha gustado la docencia.

¿Viene a España a menudo? "Depende de lo que signifique a menudo", responde, tal vez buscando algo de esa precisión matemática. "La primera vez fue en 1950, y sí, he visto muchos cambios".Pero la relación con el país y con el español le viene de lejos, no solo por su esposa, Soller Castillejo, hija de un exiliado español de la Guerra Civil (el pedagogo José Castillejo), sino de más antiguo: su padre trabajo en Venezuela antes de nacer él, en Trinidad.

Va a comenzar el flamenco y los comensales de Casa Patas van a la sala del espectáculo. Pero Fisher no tiene prisa. "Me gusta mucho el flamenco, pero soy inglés y me apetece un dulce para terminar". Elige natillas. Luego se aparta un poco de su tradición para satisfacer otro placer: café. Y se pierde el inicio del espectáculo.

Fisher aprendió en Madrid a tocar flamenco.
Fisher aprendió en Madrid a tocar flamenco.ULY MARTÍN

Casa Patas. Madrid

- Pan: 3,10 euros.

- Melón con jamón: 14.

- Gazpacho: 7,50.

- Lubina a la plancha: 19,65.

- Pincho moruno: 9,80.

- Arroz con leche: 3,70.

- Natillas: 3.

- Copa vino blanco: 2.

- Cerveza sin alcohol: 2,35.

- Cafe natural: 1,90.

- Postre (invitación): 6,70.

Total: 60,30 euros.

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