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Pekín, Londres y Berlín ganan la partida a Washington

La cumbre del G-20 ha servido para mostrar cómo el grupo de las mayores y más emergentes economías tiene prioridades diferentes y, en este pulso, unos países salieron mejor parados. Alemania, Reino Unido y China serían en cierto modo los países victoriosos. Y es que el discurso de austeridad del Gobierno alemán prevaleció y logró inclinar ligeramente la balanza en el comunicado final del G-20 hacia el lado de ajuste fiscal.

Europa no logró el consenso global para impulsar una tasa bancaria, pero sí logró el respaldo para algún tipo de contribución del sector financiero para pagar el coste de las intervenciones públicas en este sector. Aunque no fue posible el acuerdo para el impuesto, debido al rechazo de los países emergentes, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, sacó brillo al hecho de que los países hayan reconocido la legitimidad sobre estos países que Francia y otros países europeos quieren imponer. "La posibilidad de gravar a los bancos ha sido reconocida como legítima", destacó ante los periodistas.

El primer ministro británico, David Cameron, también puede reclamar una suerte de victoria en su primera cumbre del G-20, como el reconocimiento implícito a su batería de medidas de ajuste presupuestario. Además, Cameron logró relajar tensiones y cultivar una relación fluida con Obama -viajó incluso en el helicóptero presidencial- y evitar una ruptura pública con relación al desastre de la petrolera británica BP en el Golfo de México.

Obama cede terreno

Las cosas también han ido bien para China. Pekín se salió con la suya y logró excluir del comunicado un elogio por mejorar la flexibilidad cambiaria del yuan. China quiso evitar el precedente de que su moneda salga señalada en una declaración formal del G-20, aunque sea de forma positiva.

EE UU, en cambio, sería uno de los perdedores. Barack Obama podía esperar que la cumbre resultase triunfal para él, después de haber logrado sacar adelante la reforma financiera, pero se vio obligado a ceder a las exigencias europeas de austeridad presupuestaria. Por su parte, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, canceló su participación en la cita para lidiar con las consecuencias de las graves inundaciones de su país, lo que redujo la visibilidad de esta economía.

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