Polo o flauta
El manifiesto firmado por lo que presenta como el Polo Soberanista tiene muchas lecturas posibles, pero creo que todos estaríamos de acuerdo en que se basa en una premisa básica pero no explicitada: los tiempos de ETA(m) se han acabado y el mito de su indestructibilidad no se lo cree nadie, por lo que es necesario "adaptarse".
Es decir, se ha agotado el ciclo iniciado en 1974, cuando una escisión de ETA que pasó a llamarse ETA(m) se autoconstituyó en vanguardia y garantía del movimiento independentista vasco y el ciclo se ha terminado con la (casi) total destrucción de la organización armada, a la cual no le falta sino el acto de lucidez final de darse por acabada.
Este nuevo Polo tiene el reto de reconducir políticamente a una parte significativa de la sociedad vasca que desde hace varias décadas ha venido actuando bajo la idea de que el proceso de la transición española era una trampa en la que los vascos no debíamos participar; que la democracia española es un globo sin contenido que será pinchado por nuestros borrokalaris, que los españoles son malos y tramposos por naturaleza (de los franceses no se suele decir casi nunca nada, pero se supone que tienen los mismos defectos) y que todo esto lo arreglamos con la lucha en general y con la violencia armada en particular.
El 'polo' debería definir si busca la independencia dentro de la UE
Hoy, 46 años más tarde, la realidad se impone y como decía Tasio Erkizia el otro día, "cuando hay más razones que nunca para la lucha armada," resulta que " hay menos condiciones objetivas y subjetivas que nunca " porque " no creíamos que el Estado iba a llegar a estas situaciones, ni que en Europa ante las ilegalizaciones tan burdas iban a decir que eran legales y nunca hubiéramos creído que con tanta ilegalización, con más de 700 presos y con las direcciones políticas constantemente agredidas y en la cárcel, la sociedad mirara a otra parte".
Una derrota de ese calado merecería un análisis por parte de quienes han sido los dirigentes de ese mundo radical, que explique cuales son las bases estratégicas de 1974 que eran inadecuadas desde el principio y cuales fueron perdiendo sentido en el camino. Pero lo que no se puede hacer es pretender seguir siendo los líderes de las nuevas décadas sin explicar las causas de la derrota pasada.
¿Y qué nos proponen ahora desde el Polo?: una nueva estrategia para los años futuros que, como ocurriera en 1974, tampoco nadie se molesta en explicar con detalle, ni en explorar sus límites ni mucho menos en describir la hoja de ruta. Hoy como entonces se apela al sentimiento, se nos llama a rebato en pro del Estado vasco, pero sin explicarnos mínimamente ni su contenido ni la forma de conseguirlo.
El Polo no define el contenido básico de ese futuro Estado vasco, pero contiene una afirmación que a mí me parece relativamente novedosa: "No queremos muros en el Ebro o en el Aturri". Lo que yo interpreto como la afirmación de que se quiere que el eventual Estado vasco pertenezca a la Unión Europea. Tesis que si bien ha sido tradicional en EA resulta novedosa en boca de HB, porque el mundo del nacionalismo radical siempre ha tenido muchos silencios y ambigüedades respecto a esta materia.
Pero claro poner como meta la creación de un Estado vasco que pertenezca a la UE condiciona de raíz la estrategia a desarrollar, porque no es lo mismo pretender la independencia pura y dura, que es algo fundamentalmente unilateral, que pretender crear un Estado vasco que pertenezca a la UE, que es cosa que también depende de otros y no sólo de los vascos.
Para ser "independientes" "basta" con tener la fuerza suficiente para romper la unidad de España y Francia, bien sea la fuerza armada con la que soñaban los milis bien sea la fuerza democrática de una ciudadanía vasca organizada tras esa meta, bien la suma de las dos.
Pero pretender que ese Estado nuevo forme parte de la UE exige además tener una estrategia para lograr que España y Francia acepten la incorporación de ese nuevo Estado a la UE, porque de acuerdo a las leyes comunitarias la entrada de un nuevo Estado exige la unanimidad por parte de sus miembros. Y eso, significa que todas las dinámicas "unilaterales" vascas son inservibles para forzar la voluntad soberana de España y Francia en el momento de ese eventual veto contra la incorporación del Estado vasco.
Es decir: la izquierda radical, y el nacionalismo vasco en general, no pueden seguir guiando su política con la idea básica de que la "independencia" se arranca a los enemigos españoles por la fuerza de la voluntad vasca, porque por esa vía se llegaría como máximo a la independencia, pero no a la independencia dentro de la UE.
Y es aquí donde aquella famosa frase de "seducir a los españoles" que pronunció Imaz cuando era presidente del PNV adquiere importancia, porque solo desde la complicidad con el "otro", con el español y el francés, se puede aspirar a que ese eventual Estado vasco puede ser miembro de la UE. Pero claro, una estrategia basada en la idea de "seducir" no tiene nada que ver con una idea basada en la permanente lucha contra "el español opresor", que es en el fondo lo que se nos viene a proponer de nuevo por este polo.
Así que sería bueno que antes de empezar este segundo peregrinaje se piense a fondo la estrategia. No vaya a ser que en vez de un polo director tengamos un flautista de Hamelin.
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