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La crisis en Europa

Fillon: "Las manifestaciones no solucionan el problema demográfico"

El primer ministro francés mantiene el retraso de la jubilación pese a las protestas

Antonio Jiménez Barca

Los sindicatos franceses movieron ficha el jueves y mostraron su fuerza: entre 800.000 personas (según la policía) y dos millones (según los convocantes) salieron a la calle para explicarle a Nicolas Sarkozy que rechazan su proyecto de retrasar la jubilación hasta los 62 años. El primer ministro, François Fillon, se presentó ayer ante la prensa y movió a su vez la suya: a pesar de la masiva protesta (la más masiva de este año, lo que significa que la oposición crece cada día), el Gobierno mantiene el espíritu, el fondo (y el calendario) de la reforma. Así, el Consejo de Ministros del 13 de julio tiene previsto aprobar la reforma y enviarla a la Asamblea, que la votará en septiembre. El presidente francés ya avisó hace meses: "Estará aprobada en otoño, haya consenso o no".

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Ayer, Fillon justificó así su decisión: "Las manifestaciones no solucionan el problema demográfico del país". Aludía al, a su entender, carácter ineluctable de la reforma debido a la mayor esperanza de vida. El primer ministro también aseguró que "escuchará" a la multitud que el jueves se echó a la calle, pero que también escuchará "a quienes no protestaron". Con todo, hizo una concesión: los asalariados franceses que hayan comenzado a trabajar a los 18 años no se jubilarán más allá de los actuales 60 años.

Los sindicatos no se conforman con esta concesión especial, siguen considerando que los trabajadores menos cualificados serán los más perjudicados por esta reforma debido a que comienzan a trabajar muy pronto y prometen un otoño caliente. Bernard Thibault, secretario general de la CGT, tras escuchar a Fillon, aseguró ayer: "El primer ministro se ha dado por no enterado".

Ya el jueves, durante la marcha, los dirigentes sindicales anunciaron que no iban a cejar en sus propuestas. Por lo pronto, aspiran a que el jefe del Estado les reciba para discutir sus respectivas posturas. El jueves, el mismo Thibault se refirió, sin mucha ironía, al que, junto a la jornada de protesta, era el tema de la semana en Francia, el calamitoso paso de la selección de fútbol por el Mundial y la entrevista que el mismo jueves mantuvo Sarkozy con el delantero Henry: "Si 23 huelguistas [en alusión al día en que los jugadores del equipo francés se negaron a entrenar tras la expulsión de Anelka] han hecho cambiar la agenda del presidente, podemos pensar que los líderes sindicales también seremos recibidos". "Esto no ha hecho sino comenzar", añadía el secretario general de CGT.

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La del jueves fue la cuarta jornada de protesta que vive Francia este año por la reforma de las pensiones. Y su participación dobló la última, celebrada el 27 de mayo, en la que, según la policía, solo salieron a la calle 395.000 personas y un millón, según los sindicatos. Es cierto que en aquella jornada llovió y que el jueves hizo muy buen tiempo, pero también que el jueves los trabajadores sabían a qué se enfrentaban: la semana pasada, el ministro de Trabajo, Eric Woerth, desglosó la reforma, con números y cifras, y anunció por primera vez de manera definitiva que los franceses se jubilarán a los 62 años y no a los 60, como ahora.

Por cierto: François Fillon apareció ayer solo para defender el proyecto más importante de su Gobierno para este año, la reforma de las jubilaciones, sin el concurso del ministro de Trabajo, encargado personalmente de este asunto en marzo por Sarkozy. En los últimos días, Woerth ha perdido crédito y credibilidad porque su nombre se ha visto asociado a un espinoso y turbio asunto: su mujer, que se apresuró a dimitir cuando se hizo pública la revelación, trabajaba como asesora financiera de la millonaria Liliane Bettencourt, de la que se han descubierto cuentas opacas en Suiza. Ayer, Fillon se apresuró a explicar que mantiene todo su apoyo en Woerth. Pero que el ministro de Trabajo no apareciera a su lado en la rueda de prensa levantó las suspicacias.

François Fillon, durante la rueda de prensa de ayer en París.
François Fillon, durante la rueda de prensa de ayer en París.AFP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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