Bossi enseña los dientes a Berlusconi
"No dejaremos de luchar hasta que la Padania sea libre", afirma el líder de la ultraderechista Liga Norte en el primer congreso tras el gran avance electoral
Cuando la soprano entona el Va' Pensiero de Giuseppe Verdi, Daisy Pirovano aparta el paraguas, cierra los ojos y empieza a cantar en voz baja, con la mano en el corazón, como en una íntima oración. Tiene 32 años y es alcalde de un pequeño pueblo de Lombardía, a media hora de Pontida, el lugar donde cada año la Liga Norte se reúne, mide sus fuerzas y enseña los músculos a los aliados de Gobierno. El Va' pensiero, que el Norte ha elegido como himno contrapuesto al oficial Fratelli d'Italia de Goffredo Mameli, marca el fin del ya tradicional mitin liguista. Poco antes, el líder de la formación federalista, Umberto Bossi, había arengado a los militantes que acudieron a la cita. "La Liga no dejará de luchar hasta que la Padania sea libre", advirtió Bossi, en un mensaje dirigido a la vez a sus bases y a Roma.
La victoria en las regionales endurece el pulso con los aliados de Gobierno
Este año la tradicional reunión de Pontida -que se halla unos 60 kilómetros al oeste de Milán- tiene una relevancia especial. El 2010 ha marcado un avance histórico de la formación. En las regionales de abril, la Liga cosechó más votos que nunca. En sus feudos: conquistó la presidencia de Piamonte y Véneto, dos importantes regiones, y en las zonas tradicionalmente de izquierdas al sur del río Po. Ese éxito hizo oscilar la balanza de la agenda política nacional hacia la derecha.
Sin embargo, a pesar de hallarse en el momento de su máxima fuerza, la Liga no logra avanzar hacia lo que quiere: la autonomía de la Padania. El primer ministro, Silvio Berlusconi, mantiene en estos meses como prioridad política el recorte del gasto público y la ley que pone trabas a magistrados y periodistas a la hora de utilizar las escuchas telefónicas.
Así que Bossi, desde un escenario blanco y verde, desempeñó la delicada tarea, algo esquizofrénica, de pedir paciencia a los suyos, meter prisa al Gobierno y aliñar el todo con un poco de la colorida retórica de siempre. "Roma ladrona, la Liga no perdona"; "Padania libre"; y "la Liga no tira la toalla porque la tiene dura". No se guardó ningún cartucho. Ante él, ni la lluvia tupida ni el barro destemplaron el entusiasmo de los 5.000 simpatizantes que habían llegado desde todos rincones septentrionales del país transalpino.
"El camino es largo y duro", reconoció Bossi. "Yo sé que muchos están impacientes. Sé que hay millones de padanos preparados para reclamar nuestra libertad con el fusil. Pero yo digo: 'Tened paciencia, estamos cerca. Intentemos por la vía pacífica, la política". La Liga fue miembro de Gobiernos de coalición con Berlusconi en siete de los últimos nueve años. "Sabemos que necesitamos a nuestros aliados para llegar a lo que queremos", argumentó Bossi ante los militantes, que suelen llegar a la cita anual en Pontida ya días antes del discurso del líder, con sus tiendas de campaña, coches y caravanas.
Ellos, los militantes del "pueblo del Norte", sacan pecho con sus camisas verdes, los pañuelos del mismo color, venden salchichas y otros productos cárnicos de cerdo (miembros de esta formación pasearon cerdos en un área destinada a una mezquita), periódicos, folletos, ondean banderas blancas con una cruz roja, suenan zampoñas, lloran escuchando Va' pensiero y se felicitan por el gol de Nueva Zelanda en el partido con la selección italiana.
En un país que celebra en 2011 el 150º aniversario de su atormentada unidad y que se descubre escépticamente nacionalista solo frente a las pantallas que ofrecen los partidos de la selección, la Liga sigue reclamando la autonomía. Y Bossi, que por un lado aplaca los ánimos de los suyos, por el otro no duda en lanzar una estocada a los socios de la mayoría, que suena como una amenaza dirigida 500 kilómetros más al sur. A Roma. "Berlusconi es demasiado listo para no saber que nosotros tenemos un montón de votos. Deben escucharnos", dice Bossi.
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