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El Sónar encumbra a Rascal

Éxito del recitador en el festival que logra 80.000 visitas

Se acabó. Unas 80.000 visitas en Barcelona (10.000 más que la pasada edición) y 14.000 en A Coruña certifican la fortaleza del Sónar. En su última jornada barcelonesa el festival ofreció dos de sus caras, aquella que enlaza con los titulares, Roxy Music y Chemical Brothers, y la que obliga a inventarlos, caso de un Dizzee Rascal que estuvo simplemente estratosférico.

Lo de Roxy Music fue un triste viaje en el tiempo para reencontrarse con una banda cuyo discurso de frecuencia modulada ya no casa con el MP3 de nuestros días. Al margen de buscar titulares se ignora qué otra razón pudo mover al Sónar a programar no ya un grupo antiguo -serlo no es un desdoro en sí mismo-, sino a un grupo cuya estética no tiene nada que ver con el propio festival. Para corregir la impresión, tras Roxy Music llegó Dizzee Rascal y aquello volvió a ser el Sónar. El recitador inglés estuvo simplemente sensacional, llenando el escenario con su sola presencia, fraseando como un poseso azotado por unas bases electrónicas salvajes y coreado por una multitud de ingleses que certificaron con sus aullidos (¡cómo sonaban en Holiday!) que Rascal es una verdadera figura en su país. De verdad contagioso y dinámico, callejero, veloz, cadencioso y flexible. Despeinó.

Chemical Brothers

Como más tarde Chemical Brothers, tan infalibles como una homilía en misa. El sistema del grupo, inspirado en la práctica erótica del carrete, funcionó a la perfección: retención del ritmo, aumento paralelo de la expectativa por parte del público y entrada del bombo para que se produzca el feliz desenlace. Más masas aullantes que en su mayor parte habían guardado lo mejor de sus viajes químicos para los hermanos.

La parte del seso quedó reservada para un viejo cómplice del Sónar, un Herbert al que no se acabó de entender. Su actuación provocó un aclarado en su pista. Se quedaron unos cuantos intentando ver qué quería decir subiéndose a una escalera (¿parodia del ego del artista en escena?), usando una tienda de campaña (¿ironía sobre la mitología del camerino?) o simulando errores (bajones de volumen, cortes abruptos en los temas etcétera). Si fuese otro artista se aseguraría desvarío, siendo Herbert cabe pensar que su discurso de fondo no se acaba de explicar. Todo lo contrario que el Sónar, un festival que de nuevo ha marcado sus propias leyes.

Un momento de la actuación de Roxy Music en la última velada del Sónar.
Un momento de la actuación de Roxy Music en la última velada del Sónar.LUIS HIDALGO

Babelia

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