Marea y oleaje

Con motivo de las recientes lluvias en Asturias y Lugo, en la noticia publicada el pasado sábado 12 de junio se confunde marea con oleaje, cuando son dos procesos diferentes. Puede resultar usual denominar a los temporales de oleaje como marejadas, pero en ningún caso la similitud de la denominación significa que tenga relación con la marea.

El fenómeno de la marea en las costas del Cantábrico tiene sobre todo un origen astronómico, está producida por la atracción gravitatoria del Sol y la Luna y es completamente previsible. En la costa atlántica española la marea es semidiurna, es decir, se producen dos pleamares y dos bajamares durante cada día, y tiene una amplitud de entre tres y cinco metros aproximadamente. Así, mensualmente, las mareas vivas se producen en torno a los días de luna nueva o luna llena y las mareas muertas, en cuartos crecientes o menguantes. En los instantes del día de mayor nivel del mar, pleamares, la capacidad de desagüe de los ríos se ve disminuida, por lo que suelen ser los instantes de mayor peligro para personas y bienes.

Sin embargo, el oleaje es de origen meteorológico, está producido por el viento, por lo que depende de las condiciones meteorológicas. Por tanto, el oleaje es previsible en parecida medida a las condiciones atmosféricas. El oleaje produce una oscilación del nivel del mar de mucha menor magnitud que la marea astronómica, salvo en condiciones extraordinarias y considerablemente superiores a las del día 11 de junio. El efecto del oleaje sobre el nivel del mar se incluye dentro de lo que se denomina marea meteorológica, en la cual también intervienen la presión atmosférica o el efecto del viento, entre otros procesos.