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El balón tiene mil patrias

La guía para hacer turismo futbolero se nutre de bares y restaurantes donde los hinchas de cada país se reúnen para ver los partidos del Mundial

Pablo de Llano Neira

Las televisiones son cada vez mejores. Más grandes, más planas, con más colores que la propia realidad. Pero no se ha inventado ninguna que pueda chocar una Quilmes después de un gol de Messi, increpar al árbitro con acento romano, ducharte con cerveza alemana o bramar cuando Inglaterra mete un balón dentro de los tres palos.

Para ir más allá de la experiencia sobada de seguir el Mundial de fútbol hundido en el sofá de casa, con el mando a distancia como único lazo físico con el partido, en Madrid se puede tomar otro camino, entre el ocio de barra y la antropología aplicada, integrarse en los bares donde se juntan las hinchadas inmigrantes.

Este año no se encontrarán grandes reuniones de extranjeros, más bien habrá focos de forofismo nacional desperdigados por la ciudad. Los países de los que han venido más inmigrantes a Madrid se han quedado fuera del campeonato: unos 201.000 rumanos, 133.000 ecuatorianos y 83.000 marroquíes, cerca de la mitad del millón de extranjeros de la región.

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Pese a que Ecuador se quedó en la cuneta, Latinoamérica es una de las mejores opciones para hacer turismo futbolero. Paraguay es el país con más inmigrantes en Madrid de todos los que están compitiendo, con 26.908 personas, según datos de 2009 del Instituto Nacional de Estadística. Para infiltrarse entre los guaraníes madrileños, está el restaurante La Paraguayita (calle de Bretón de los Herreros, 24). La segunda comunidad en liza más numerosa es Brasil, y el punto de referencia es la Casa do Brasil, una residencia universitaria situada en la avenida del Arco de la Victoria, a la entrada del campus de la Universidad Complutense. La entrada es gratuita. Se ofrece la posibilidad de acompañar las galopadas de Kaká o las bicicletas de Robinho con guaraná y caipiriña.

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Un mundo aparte es la afición argentina. Suyos son los mejores coros futboleros; suyas, docenas de palabras que expresan exactamente su visión del fútbol. La Joyería, calle de la Cruz, 33, es un lugar donde se puede comprobar. Allí, entre remeras (camisetas) albicelestes, cabe acercarse un poco a este universo paralelo.

Italia es la selección europea con más emigrantes en la región, 24.636. Si se quiere vivir un partido de la Azzurra rodeado de italianos, hay dos locales adecuados, el L'altro Bar (calle de Bailén, 35) y el Grazie Mille (calle Mayor, 31). Angelo Giscardi, un palermitano que trabaja en el segundo restaurante, recomienda la experiencia: "Ver el partido con italianos es como estar sumergido en el campo".

Fútbol más Inglaterra es igual a pub. El bar irlandés James Joyce, en la calle de Alcalá, 59, es un foco anglosajón. Ponen los partidos de la selección inglesa en su lengua, igual que los de Estados Unidos, que sorprendentemente convoca a más parroquia de la esperada. "Aquí hay mogollón de estudiantes estadounidenses. Son muchos, no hay más que ver el tamaño de su Embajada", razona Matthew, camarero del local.

En el Fass Grill, restaurante alemán (calle de Rodríguez Marín, 84, y Arturo Soria, 126-128), empezaron el Mundial con dos salas dedicadas al fútbol. Para el próximo partido abrirán otra. Los germanos no son muchos (10.153), pero se juntan con la misma solidez que las líneas de su equipo. "En el partido contra Australia había un 95% de alemanes, pero está abierto a todo el mundo", comenta Cristina, una camarera colombiana.

El adversario más cercano se concentra en un sitio llamado El Regreso de Winnipeg. Los hinchas de Chile, el rival más duro de roer del grupo de España, animarán a su selección en este restaurante, entre empanadas y vinos chilenos. Mauricio, el propietario, ha colgado juntas las banderas de España y de Chile. Los empresarios, a diferencia de los balones, no tienen más que una patria.

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