Con ustedes: la antiópera
Samuel Beckett y Morton Feldman inventaron en 'Neither' un género contracorriente que estrena en España el director de escena Peter Mussbach
Ni comedia ni drama, ni coro, ni cantantes al uso. Ni ópera ni concierto, ni cantata, ni oratorio. Lo que un buen día crearon el escritor Samuel Beckett y el músico Morton Feldman allá por principios de los años setenta, cuando todo estaba permitido, fue producto de cierta desgana. Se reunieron. Feldman le pidió un texto al autor de Esperando a Godot. Este último le advirtió: "Pero es que a mí no me gusta la ópera". Y Feldman le respondió: "Me neither". A mí tampoco. Y así surgió precisamente con ese título, Neither, la antiópera.
El pasado jueves, el director de escena Peter Mussbach, entusiasta, enérgico y contento pese a haber salido rebotado de su experiencia con Daniel Barenboim en la Staatsoper de Berlín, que codirigían desde 2003, estrenó en el teatro de la Zarzuela este título inclasificable y provocador. Lo repiten hoy. "Neither es un punto de encuentro, una zona intermedia que para mí representa el relativismo", asegura Mussbach, prestigioso hombre de escena, habitual en los grandes festivales y teatros de Europa, que ha acercado su montaje, como un puro experimento, al ciclo Ópera de Hoy. "Si lo vemos así es una obra muy comprometida, filosóficamente muy profunda, completamente opuesta, por ejemplo, a las tesis del Papa actual, que defiende un nuevo absolutismo".
Imaginen una platea vacía, una orquesta escondida y un escenario desnudo
El público se sienta en los palcos. En la segunda parte, es llevado a otro lugar
Imaginen una platea vacía. Una voz -la de la soprano Pilar Jurado- que no se sabe bien de dónde sale. Una orquesta escondida y un escenario desnudo, inhabitado. "Se le puede llamar ópera, pero es más la idea de una ópera, no hay cuerpo, nada tangible, nada concreto. No hay objeto", advierte Mussbach.
El público se sienta en los palcos. En la segunda parte, los asistentes son conducidos a otro lugar... Hay niebla. "Todo es un poco fantasmal, etéreo, como los cuadros de Rothko o de Jackson Pollock, a quienes Feldman admiraba", comenta.
La voz... ¿canta? ¿Susurra? ¿Recita? La voz dice: "To and fro in shadow from inner to outer shadow" (De un lado a otro en la sombra del interior al exterior de la sombra). "Es un juicio al teatro. De la ópera invisible al teatro invisible", comenta Mussbach. Para montarla, cualquier director escénico debe enfrentarse al reto de la libertad absoluta. "Eso es bueno y malo. No hay ninguna directriz, puedes hacer lo que quieras", asegura. Ser fiel a las anticonvenciones de la época en la que fue creada. Cuando Beckett y Feldman participaban del deseo de romper el tiempo y el espacio en las artes escénicas, la música, el cine, el arte, la literatura. "Cuando Andy Warhol decidió filmar durante 24 horas con una cámara el Empire State Building". O cuando John Cage se sentaba frente a su piano y hacía brotar solo el silencio, o cuando el propio Beckett desafiaba en Breath el ritmo del teatro con el ligero susurro de un niño rodeado de basura. "Salía, suspiraba durante 25 segundos y eso era todo", comenta el director de escena alemán.
De ese magma revolucionario surge Neither. "Es una palabra que no significa en sí. Es la antesala de la nada, la que conduce a la nada. La puerta de entrada. Pero está en el centro, en medio". Un concepto tan profundo para estos tiempos como absurdo. Un punto de partida. Para algunos puede ser el de una tomadura de pelo. Para otros, el de una nueva y auténtica provocación. A nadie deja indiferente. "Dependerá de lo que el público fije en su imaginación", invita Mussbach. Quien acuda deberá construir su propia historia dentro de la cabeza.
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