Un lateral o un carrilero
Arbeloa y Capdevila, de características bien diferenciadas, se disputan el puesto de defensa izquierdo en la selección española
Se desvestía la ropa de calle al tiempo que, atolondrado, se anudaba las botas y se ceñía las medias. Eran las 10.25. Una mañana fría de enero de 2007 en A Coruña. El entrenamiento del Deportivo empezaba en cinco minutos. Joan Capdevila (Tárrega, Lleida; 1978) se jugaba una multa por retraso. A su lado estaba Álvaro Arbeloa (Salamanca, 1983), inmóvil con la cazadora a los hombros.
- ¡Vamos, tío, que llegamos tarde!
- No me entreno.
- ¡Venga, va! ¡Déjate de cachondeo!...
- Es que me voy al Liverpool.
- ¿Qué?
Como apenas hubo rumores acerca del fichaje, como fue una operación relámpago, Capdevila exigió tres veces a Arbeloa que se lo repitiera, que se dejara de bromas. Hasta que le creyó.
"Álvaro, perfecto en lo táctico, es de esos marcadores que te persiguen", dice Piqué
"Al ser zurdo, a Joan le resulta cómodo sacar el balón por la banda", añade
"Todo, en silencio y a una velocidad de vértigo. ¡Su representante es un genio!", suelta con guasa el lateral del Villarreal. Ahora vuelven a compartir vestuario, el de la selección española. Pero se disputan el puesto de defensa izquierdo. Una demarcación a la baja en el panorama mundial.
Cuando llegó al equipo nacional en agosto de 2009, Monreal, de Osasuna, soltó una frase rotunda: "Soy consciente de que escasean los laterales izquierdos". No es así: 14 de los 20 clubes de la Primera División tienen laterales zurdos y españoles. Uno más sería Arbeloa, que este año se ha desenvuelto en ambas bandas. "Es lo bueno que tiene", argumenta Chapi Ferrer, ex defensa de la selección y del Barça; "rinde en todas partes porque es buen marcador, agresivo, duro, con sentido de la anticipación y fuerte en el juego aéreo".
La teoría de Monreal la corrige Rafa Gordillo, ex lateral izquierdo del Betis y el Madrid, además de haber defendido la selección española en 75 partidos. "Lo que sí escasean son los laterales ofensivos. Ya no hay gente del estilo de Roberto Carlos. Casi todos guardan la posición", argumenta.
El puesto del defensa izquierdo, en cualquier caso, parece un punto débil en los mejores equipos del Mundial.
Los hay que flaquean: Argentina coloca a Heinze, que se desbrava en el Marsella; Italia cuenta con Criscito, que cumple en el Génova, y Holanda pone a Van Bronckhorst, que se retirará tras el torneo después de haber anulado su contrato con el Feyenoord. Otros tienen que poner parches: Portugal reconvierte a Duda, interior en el Málaga; Brasil hace lo propio con Bastos, que ataca en el Lyon, y Alemania recurre al diestro Lahm, habituado al costado izquierdo, pero que este curso se ha desplegado por la derecha con el Bayern.
Inglaterra y Francia se salen de la norma. Mientras en los pross brilla Ashley Cole (Chelsea) -además, no acude Bridge (Manchester City) por el lío de faldas que protagonizó Terry con su novia-, los bleus tienen exceso de laterales zurdos, hasta el punto de que Clichy (Arsenal) y Evra (Manchester United) se pelean por el puesto, toda vez que el barcelonista Abidal se ha readaptado como central.
España tiene a Capdevila y Arbeloa. Uno es zurdo. Otro, diestro. El primero ataca. El segundo contemporiza. Capdevila es casi un carrilero que suma 14 goles en 46 encuentros con La Roja. Arbeloa es lateral y aún no se ha estrenado en sus 28 partidos.
Depende de quién juegue, España cambia un ápice su identidad. "Con Capdevila se ataca y con Arbeloa se defiende", aclara Gordillo. "Capdevila sube muy bien por la banda. Es un futbolista de llegada e incluso de remate", analiza; "Arbeloa, más incómodo porque no está en su lado natural, es un gran defensa al que muy poquitos rebasan".
Piqué opina lo mismo: "Joan no solo aporta ataque, sino que, al ser zurdo, le resulta cómodo sacar el balón por la banda. Y Álvaro, perfecto en lo táctico, es de esos marcadores de hace dos décadas, que te persiguen, cierran, pelean, anulan...".
Capdevila lo tiene claro: "Álvaro es muy polivalente. Si me pongo yo en la derecha, verás como la lío...".
Javi Martínez redondea: "Tanto uno como otro son muy completos". Piqué remata: "Si juega Arbeloa, el central se preocupa de su marcaje y poco más. Con Capdevila tienes que estar atento en el cierre de huecos porque es un pesado...". Recoge el testigo Capdevila, también en broma: "No hay nadie más insoportable que Piqué...".
Del mismo modo se entienden Arbeloa y Capdevila, que se entretienen con las chanzas del grupo y con las cartas. "Los dos aportan muy buen rollito", señala Javi Martínez. "Yo aporto ilusión y ganas. Dentro del campo..., poco", bromea Capdevila; "acepto el papel que me dé el entrenador. Lo que quiero es jugar, al menos, un minuto en este Mundial". Y concluye: "Si juega Arbeloa, le apoyaré todo lo que pueda porque el Mundial se gana entre todos y porque Álvaro es un compañero fantástico, un 10 como persona".
Dos laterales para un puesto.
Casillas gana a Valdés el reto de los penaltis
Dos semanas han bastado para contradecir los rumores, esos que defendían la mala relación entre Casillas, portero del Madrid, y Valdés, del Barcelona. Extraños entre sí porque apenas se conocían, su relación en los primeros días era casi nula. Pero las bromas, las risas y los gestos de complicidad ya son evidentes. Ayer, por primera vez desde que empezaran los entrenamientos, Casillas retó a Valdés a unos penaltis, el famoso juego que realizan los guardametas de la selección cuando los compañeros se estiran, una vez finalizada la sesión. Ganó Casillas, que se midió después a Reina. Buenos 10 minutos que pasaron los porteros entre piques, goles y paradas. Tal era el ambiente que su entrenador, José Manuel Otxotorena, finalizó el entrenamiento con una foto de los tres juntos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.