Cosechar aprobados
El centro con más alumnos de la región ha logrado reducir el fracaso escolar
El Antonio Machado de Alcalá de Henares no es un instituto cualquiera: cuenta con el récord de ser el que más estudiantes tiene de Madrid. Ocupa una parcela de 150.000 metros cuadrados, de los cuales 40.000 son construidos, que se reparten en cuatro edificios. En cuanto a los alumnos: tiene 2.340 matriculados, en 90 clases, y -otro dato reseñable- con más de 30 nacionalidades diferentes. Al frente, 206 profesores y siete jefes de estudio. Y, en la cúspide de la pirámide, Yolanda Sánchez Baro.
Licenciada en Matemáticas, Sánchez llegó a este centro de secundaria hace más de 20 años desde su Zaragoza natal. "El concurso de traslados, que antes era nacional, me trajo aquí y desde entonces no me he movido". Su llegada coincidió con la demolición de cinco plantas del edificio principal por aluminosis y la integración del centro en el régimen general de educación después de ser durante 23 años universidad laboral.
"Al principio me asustaba el cargo, ahora estoy encantada"
La diversidad no ha dado problemas de integración en este centro de Alcalá
Antes de ser directora, Sánchez ocupó en 1991 una de las jefaturas de estudio. Después, en 2000 asumió la dirección tras el fallecimiento repentino de su antecesor. Va por su tercer mandato. "En ese momento me asustaba el cargo", explica mientras juega con sus gafas de pasta azul; "pero ahora me gusta mucho, es un trabajo muy constructivo porque es desde donde se definen los proyectos". Califica de difícil la gestión de un centro de este tamaño -solo cinco centros públicos de España superan los 2.000 alumnos-. "Todo tiene que estar muy medido, nada se puede dejar a la improvisación". Este modo de proceder le ha infundido respeto a más de uno, como a aquella profesora interina que tras unos meses de trabajo le confesó que cuando llegó iba con miedo. "Pensaba que esto era un cuartel, luego se dio cuenta de que es la única manera de funcionar". Los diferentes niveles de estudios son distribuidos por pisos en el edificio principal. Los más jóvenes (con 12 años) están en una de las construcciones adyacentes apodada con cariño "el cole".
Yolanda Sánchez está orgullosa de que el alumnado extranjero más numeroso, el rumano, pueda realizar unos cursillos por la tarde para completar los conocimientos sobre lengua, geografía e historia de su país de origen y convalidar la enseñanza básica española con la de su país nata. Asegura que pese a la multitud de nacionalidades, no ha habido problemas de integración. "Incluso tuvimos dos casos de velo islámico y se solucionaron". El primero fue hace años, cuando, basándose en el reglamento del centro, un profesor expulsaba de clase de manera sistemática a la alumna con la cabeza cubierta. La solución fue mucho diálogo. Y así consiguió acabar el curso. "Ahora viene a veces a buscar a su hermano y ya no lleva el nihab", dice. El segundo caso fue hace un año y también, tras una charla con la estudiante, se lo quitó. "En cualquier caso prefiero que vengan a estudiar", reflexiona.
Uno de los problemas del instituto Antonio Machado viene de las variaciones de natalidad en la zona, Alcalá de Henares. Porque es el primer centro al que le quitan o le añaden alumnos al aumentar o disminuir la natalidad y esos cambios afectan también al número de profesores. Han llegado a perder en un año 20 clases -la media de un instituto está en unas 26, frente a las 90 de este-, lo que ha supuesto que 40 profesores se hayan tenido que trasladar. "Nos hemos sentido un poco globo, nos gustaría que la Consejería de Educación nos tuviera más consideración y que no fuéramos siempre los primeros en perder o ganar alumnos".
Entre sus méritos, la directora destaca haber reducido el fracaso escolar del centro, aunque aún se sitúe entre el 21 y el 25%. "Es el gran problema del sistema público, que al recibir alumnos de varios centros y diferente preparación, haya que adaptarse al nivel más bajo y hace que algunos chavales hagan el mínimo esfuerzo". Opina que el pacto educativo no debe ser político. "Es algo muy serio y sin una estabilidad en el sistema educativo se están perdiendo muchas generaciones".
Atribuye parte de la culpa a las familias, "hay una falta de implicación muy grande por parte de algunos padres". Recuerda cómo hace unos días por poco tiene que llamar a la policía por la actitud un poco exaltada de una madre. Menos mal, añade, que entró en razón.
Si de algo se han sentido orgullosos este año el conjunto del profesorado es del "resultado increíblemente bueno" que han tenido con el curso de repetidores reenganchados. Este es un segundo curso voluntario (el primero es obligatorio) del Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) que permite a los alumnos que no han aprobado la ESO conseguir el graduado básico.
Suena el teléfono. Sánchez pide disculpas y levanta el auricular. Sonríe. Los PCPI vuelven a dar una alegría al centro. Les han concedido uno de jardinería. "Así los chavales aprenderán y ahorraremos en plantas".
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