Tres ciudades ¿cercanas?
El CCCB revisa la relación entre Barcelona, Valencia y Palma
Un triángulo azul mediterráneo que tiene cada vértice ocupado por una ciudad: Barcelona, Valencia, Palma. Una exposición delicada que parece haber querido eliminar cualquier referencia ideológica -ni una sola a los païssos catalans- pero que no acaba de resultar aséptica, no tanto por las escasas referencias al pasado y a la lengua compartidas, sino, sobre todo, porque se fija en lo "mejorcito" de cada casa desplegando una mirada crítica que afecta por igual a las tres.
Barcelona-Valencia-Palma, abierta hasta el 12 de septiembre en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, es una coproducción del centro con el Departamento de Cultura y su objetivo, según explicó ayer su secretario general, Eduard Voltas, es "reconstruir un espacio que se perdió hace 30 años y que es a la vez cultural y económico".
Aparecen los problemas ambientales (con proyecciones de cómo afectará el cambio climático a las tres costas); la presión que la reciente inmigración realiza sobre el bilingüismo más o menos amplio en cada caso; los efectos de la especulación inmobiliaria; la apuesta por los proyectos urbanísticos mediáticos; los múltiples casos de corrupción que les afectan (imágenes del pantalón de Camps, la escobilla de váter de Matas, el minipalau de Millet...); los souvenirs kitsh y, también, los productos típicos, o tópicos, de cada lugar (ensaimada, horchata, mona).
Las relaciones, evidentes, las hace más el visitante que el montaje. "Son tres ciudades que se necesitan pero que no se miran; están cerca pero alejadas porque no se conocen", comentaba ayer Vicent Sanchis, comisario junto con Ignasi Aballí y Melcior Comes de la exposición. Tras verse en Barcelona se presentará a finales de año en Ses Voltes de Palma. De momento, en Valencia no hay interés por recibirla.