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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Rock "sanguíneo y apasionado"

Los músicos argentinos "de Madrid" celebran el bicentenario de la independencia

Media hora antes de un concierto, camerino y hervidero son términos análogos. Si a esta norma general añadimos la nacionalidad argentina de los ocupantes, la efervescencia bordea el delirio. El guitarrista Claudio Gabis, director artístico del recital de anoche en La Riviera, se ha encerrado en la oficina de producción procurando algo de tranquilidad, pero cada medio minuto alguien asoma por la puerta. A su lado, el cantante Marcelo Champanier ya no sabe con qué potingue combatir la alergia primaveral y su consiguiente afonía. Y en ésas aparece Jorge Alemán, agregado cultural de la Embajada argentina, y le tranquiliza en términos nada farmacológicos: "Te recuperarás en cuanto subas a escena. Siempre hay que contar con el fuego sagrado".

A lo largo de dos horas y media, Rot o Makaroff se subieron al escenario

Alemán fue cronista de rock en los setenta y conjuga la vertiente institucional con su condición de psicoanalista y filósofo autor de varios libros sobre Heidegger. "Ahí lo tenés. Es de profesión argentino", se guasea Champanier. Todos ellos apuran los últimos minutos antes de que arranque el Bicentenario Rock, un concierto de argentinos en Madrid para conmemorar los 200 años de independencia. Lástima que la entrada, en un domingo tórrido, fuera más bien discreta.

Corría el año 1810, en efecto, cuando el virrey español dejó de tener mando en la próspera colonia sureña. "Aparte del ritual conmemorativo, esta efemérides ha de servir para renovar nuestra apuesta común por una sociedad más justa", enfatiza Alemán. "Y nada tan integrador como el rock para afianzar la relación entre las dos orillas".

Gabis acaba de cumplir 61 años y entre sus paisanos es objeto de veneración desde que en 1967 fundara Manal, piedra angular del rock bonaerense. "No me molesta que me llamen maestro", admite mientras se abotona una primorosa camisa blanca. "Me siento orgulloso de que conmigo estudiaran Ariel Rot o Sergio Makaroff. El tiempo es cruel y demoledor, pero aquellos postulados del rock argentino han sobrevivido".

En el camerino adyacente, Makaroff -autor de Tranqui, tronqui y muchas otras canciones ingeniosísimas- certifica esas palabras. "Me animé a ser estrella de rock gracias a Manal. Claudio me escribió los doce compases del blues en una servilleta del Politeama, el bar más bohemio de la Avenida Corrientes. Le debo respeto y reconocimiento desde aquel día", rememora.

A su juicio, el rock porteño sigue triunfando hoy, cuatro décadas después, "por esa cosa tan sanguínea y apasionada de los argentinos". Y agrega: "Yo soy parte implicada y no quiero fardar de Borges, Maradona y todo eso. Sólo diré que Messi es argentino. Y luego... que cada cual saque sus conclusiones". A la carcajada general se suma Ariel Rot, que acaba de irrumpir en el subsuelo de La Riviera.

A lo largo de dos horas y media, Rot, Makaroff o Champanier se fueron sucediendo en el escenario junto a compatriotas como Leonor Marchesi, Coti o Andy Chango. "En esta época de amnesia histórica que atraviesa España, quería estar aquí para reivindicar la candidatura de las abuelas de la Plaza de Mayo al Nobel de la paz", proclama este último. Asienten entre bastidores David Otero (El Canto del Loco) o el guitarrista Salvador Domínguez, que acaba de entregar a su editor un libro de 900 páginas titulado Qué hubo antes del rock. La historia del rock argentino, por lo visto anoche, también merecería unos cuantos cientos de miles de palabras.

El argentino Sergio Makaroff durante el concierto que conmemoró los 200 años de independencia de su país.
El argentino Sergio Makaroff durante el concierto que conmemoró los 200 años de independencia de su país.CRISTÓBAL MANUEL

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