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OPINIÓN
Columna
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¿Qué sabe Merkel?

Joaquín Estefanía

Cuando un líder habla, sus palabras adquieren un énfasis que no tienen los discursos de otros. Cuando Angela Merkel, canciller de Alemania, relató en el Bundestag "la batalla de los políticos contra los mercados", estos últimos manifestaron su desagrado bajando y se aprestan a una larga guerra de posiciones.

¿Qué dijo Merkel en su Parlamento?: que Europa está ante la mayor prueba de fuego desde la firma del Tratado de Roma en 1957, y que el euro está en peligro existencial. Nada distinto de lo que vienen advirtiendo los comisarios de Bruselas u otros líderes de opinión, pero declarado por Merkel la advertencia sonó distinta. La canciller también explicó, y ello no es menos importante, que no va a permitir que Europa olvide "la cultura de la estabilidad que tiene Alemania, que tanto costó imponer". Aviso para navegantes, partidarios de más flexibilidad en la política económica.

Un mercado no funciona si hay un desequilibrio entre el riesgo y la recompensa. Por ello hay que regularlos

El discurso de Merkel tomó más dimensión desde el momento en que vino acompañado de una medida regulatoria: la prohibición de las ventas a corto al descubierto en las Bolsas de valores, que es una práctica especulativa habitual desde hace mucho tiempo, y que hace gran daño (se toman acciones prestadas, se crea un ambiente bajista, se vende y cuando han caído, se vuelven a comprar. La diferencia entre el precio de venta y el de compra es el beneficio de la especulación).

Pero si esta práctica es habitual, e incluso está prohibida en parte en otros mercados europeos, ¿por qué ha actuado precisamente ahora Angela Merkel?; ¿qué sabe -y qué quiere hacer- que los demás no son capaces de analizar hasta sus últimas consecuencias?; ¿la situación es peor de lo que se dice?; ¿qué más puede ocurrir? Y otra tanda de preguntas: ¿pretende Merkel limpiar las críticas de que por sus intereses electorales -que, además, le salieron mal- se retrasó tanto el rescate a Grecia y puso a toda la eurozona en un brete?; ¿intenta conseguir, como el flautista de Hamelín, que los demás países, empezando por Francia, la emulen y sus ansias reguladoras sean adoptadas primero por Bruselas y luego la UE las lleve al G-20 del mes que viene en Canadá?

El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ha hecho unas interesantes declaraciones al Financial Times en las que se lamenta de que el impulso reformista en torno a la regulación financiera ha perdido parte de su fuerza inicial. Schäuble teme que no se llegue a ningún acuerdo en el G-20 sobre una tasa a las transacciones financieras globales, y cree que se debe estudiar la posibilidad de que una sola zona geográfica -Europa- la imponga. El ministro dijo algo de sentido común que parece haberse olvidado: un mercado no funciona como es debido si hay un total desequilibrio entre el riesgo y la recompensa. Beneficios mínimos del 25% son inimaginables en la economía real, mas no con la especulación financiera. Con la que está cayendo.

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