La bolsa que cae desde el cielo
Probablemente, para ser capitalista haya que ser economista, lo cual no significa que todos los economistas sean capitalistas. Simplemente, que ellos pueden serlo, mientras el resto puede creer que lo es. Seguramente, la inmensa mayoría de los ciudadanos a estas alturas no sabe ni cuándo ni por qué comenzó la crisis. Yo, en estos casos, me guío por el recuerdo. Y recuerdo que cuando se produjo el batacazo de Lehman Brothers y la cascada de las hipotecas basura, se decía que era una crisis sistémica y que la pobreza subsiguiente generaría un sistema que, en cualquier caso, en nada se parecería a lo que habíamos vivido hasta entonces. Era, pues, una crisis financiera. Entonces, recuerdo, los defensores del mercado se encerraron en sus oficinas y llamaron por teléfono a los gobiernos para que metieran millones en los bancos, que uno, en su ingenuidad, pensaba que era algo así como meter horas extra en la máquina de fabricar euros, pero que, sin embargo, se trataba de generar más déficit público. Y entonces se abrieron las oficinas y apareció eso que ahora se llaman los mercados, con más hambre que nunca, famélicos, pero exultantes, y amenazaron con comerse a los gobiernos, qué digo a los gobiernos, a los países, qué digo a los países, a Europa entera, qué digo a Europa entera, al sistema bancario estadounidense. Y, claro, eso son palabras mayores, eso ya no es una crisis sistémica, es una crisis mundial.
Y yo, en mi ingenuidad, siempre he pensado que eso que se llaman eufemísticamente los mercados tienen cara y ojos, y nombre y apellidos. Los especuladores no son una masa informe de goma viscosa que se mueve por el mundo, sino tipos de carne y hueso. No se cuántos son, pero sé que no son entes, sino personas. Y ahora, a estas alturas, me doy cuenta de que no son sólo tipos ambiciosos, sino que son en realidad nuestros gobernantes reales. No es Zapatero, ni Papandreu, ni Sarkozy, quienes nos gobiernan. Ni es la UE con sus directivas. La pérdida de soberanía es mucho más kafkiana. La UE, el FMI no son los responsables de los tijeretazos en España o Francia o Alemania al Estado del bienestar. En realidad, sólo responden a la furia de los especuladores, empeñados en devorar países, zonas euro o zonas dólar. Eso que llamamos los mercados son los auténticos gobernantes de un sistema, donde poco importa la izquierda o la derecha. No es la crisis de las ideologías, sino la impotencia de las ideologías frente a algo que excede su poder.
Recuerdo que mi hija me decía que cuando era pequeña y oía por la radio que había caído la Bolsa creía que una bolsa descendía por los aires lanzada desde un avión y si te daba en la cabeza, te apachurraba. Pues sí, hija, en realidad viene a ser algo parecido: el problema es que en el avión viajan unos pocos, pero la bolsa es tan grande que puede apachurrar a muchos. Ya ven: sin ser economista había resuelto el enigma de la crisis económica. Así de sencillo.
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