Ibarra asume la presidencia del Superior ensalzando a Piñeiro como "juez justo"
El magistrado recalca que la independencia judicial garantiza la democracia
El relevo más complicado que ha vivido en su historia el máximo órgano judicial vasco es ya un hecho. El magistrado Juan Luis Ibarra tomó posesión ayer como nuevo presidente del Tribunal Superior con un discurso en el que dejó intuir ciertos cambios para enderezar las maltrechas relaciones institucionales y con el que quiso reconocer la trayectoria de su antecesor en el cargo, Fernando Ruiz Piñeiro, a quien ensalzó como "un juez justo". Supuso un guiño a quienes confían en el nuevo presidente como garante de una gestión continuista y un aviso a los que le ven abierto a impulsar una transformación profunda.
No fue el único gesto hacia quien durante 15 meses ha gobernado en funciones el máximo tribunal vasco ante la incapacidad del Poder Judicial para designar a su sustituto. Ruiz Piñeiro, cuyo mandato, en su tramo final, ha sido el más polémico de los que ha vivido el Superior, fue precisamente uno de los dos padrinos que eligió Ibarra para su investidura. El otro fue Enrique Torres, su predecesor al frente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del tribunal. Fiel a su estilo de reconocer el buen trabajo realizado, Ibarra destacó como virtudes de ambos la "prudencia" y la "tolerancia", dos valores que se comprometió a seguir en su mandato, que se prolongará hasta 2015.
Dívar celebra el "restablecimiento de la normalidad institucional"
La de ayer fue la toma de posesión más multitudinaria que ha tenido como escenario el Superior. Desde su designación en marzo, Ibarra ha encarnado la esperanza de reconducir las maltrechas relaciones institucionales entre la Justicia y el poder político de los últimos años, marcados por el procesamiento de Juan José Ibarretxe y Patxi López por sus conversaciones con Batasuna. Ruiz Piñeiro presidió el tribunal que los juzgó.
A ese respecto se dirigió la segunda clave del discurso de Ibartrea, quien recalcó que la independia judicial es irrenunciable y una garantía de la división de poderes y de la propia democracia.
Fue aquí donde el nuevo presidente dejó entrever su apertura de miras al abogar, a través de la "difícil interacción entre los consensos imprescindibles y los disensos que caracterizan la realidad social e institucional" de Euskadi, por una nueva etapa basada en el "compromiso y apoyo" entre instituciones, organizaciones, grupos y personas.
Pese a no ser euskaldun, Ibarra quiso tener un gesto hacia la lengua cooficial y pronunció varias frases de su intervención en euskera. Fue un discurso conciso, de apenas diez minutos, pero cargado de fuerza emocional. Quedó reflejado cuando recordó el asesinato a manos de ETA en noviembre de 2001 del juez José María Lidón como "el día más infausto" de su carrera judicial. Llegado a este punto, huyó del rencor y defendió el juicio "con imparcialidad, apreciando sin odio ni afecto las pruebas".
Tras recibir el aplauso unánime de los presentes, Ibarra cedió la palabra al presidente del Tribunal Suprmo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Dívar. Después de expresar su gratitud a Ruiz Piñeiro "por el deber cumplido", el máximo responsable del órgano de gobierno de los jueces celebró el "restablecimiento de la normalidad institucional" en Euskadi con la renovación al frente del Superior.
Dívar calificó al nuevo presidente del Superior como "la voz de la justicia" en Euskadi y emplazó a respetarla. "Otra cosa es que sus decisiones judiciales puedan ser recurridas", matizó, en clara referencia a las descalificaciones que sobre su antecesor se vertieron desde la órbita nacionalista por el procesamiento de Ibarretxe. Como respuesta defendió el "silencio sonoro, mucho más apreciado que las palabras a destiempo".
López: "Puerta abierta a una relación fluida"
Apenas unos metros separaban ayer a Patxi López del banquillo en el que se sentó en enero de 2009, cuando el Tribunal Superior le juzgó, junto a Ibarretxe, por reunirse con Batasuna. La causa fue archivada. Ayer presidió desde el sillón más privilegiado la investidura de Juan Luis Ibarra. El
lehendakari
dejaba claro en su gestualidad lo satisfactorio de la jornada. Después lo argumentó a EL PAÍS: "Acaba más de un año de interinidad y se abren las puertas a una fluida relación institucional que va a resultar decisiva para la implantación de la nueva oficina judicial".
En una línea muy similar se manifestó el consejero de Interior, Rodolfo Ares, quien apreció "una clara apuesta por el diálogo y el entendimiento" en el discurso con el que tomó posesión el nuevo presidente del alto tribunal vasco. La titular de Justicia, Idoia Mendia, departió durante largo tiempo con los magistrados presentes.
La sitonía entre las cúpulas política y judicial fue la tónica dominante de una jornada que no hizo sino confirmar la apuesta de ambos poderes por enderezar las maltrechas relaciones que han mantenido los últimos años.
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