Nada es imposible
Ya era hora, dijo el presidente Medvédev al ver desfilar por la plaza Roja de Moscú a tropas de países miembros de la OTAN. Ya era hora de que algo así fuera posible porque se trataba de conmemorar el triunfo de los aliados frente a la Alemania nazi, hace 65 años, y porque 20 han transcurrido desde la caída del Muro y ulterior descomposición de la Unión Soviética que pusieron fin a la guerra fría.
Tropas americanas, francesas, británicas y polacas desfilaron el domingo junto a los soldados rusos en la gran parada militar que cada año recuerda la capitulación alemana, firmada en Reims, Francia, en la madrugada del 7 de mayo de 1945, pero con efecto a partir del día siguiente a las 23 horas. El desfase horario hizo que a esa hora Moscú ya hubiera entrado en el día 9, por lo que en Rusia el acontecimiento se celebra un día después. Es una forma de singularizar la gesta del pueblo ruso (y de las demás repúblicas soviéticas) en la Gran Guerra Patria, como bautizó Stalin a la resistencia frente a la ocupación alemana de la URSS en 1941, primero, y la ofensiva contra Hitler, después, que culminó con la entrada en Berlín en abril de 1945. Entre esas dos fechas murieron más de 20 millones de soviéticos, rusos en su mayoría.
Pero ya era hora también porque a la victoria aliada siguió la paz armada, y a esta la guerra fría que duró más de 40 años. En la tribuna de la plaza Roja se encontraba, junto a Medvédev, la canciller alemana Angela Merkel, lo que acentuó el aire de reconciliación que se quiso dar al acto; se hizo realidad algo que durante cuatro décadas pareció un imposible.
En realidad, lo imposible ya había acontecido en ese lugar el 28 de mayo de 1987. A las seis de la tarde de ese día tuvo lugar el fin del mundo (soviético). Mathias Rust, un alemán de 19 años, operador de computadoras, a los mandos de una avioneta alquilada en Hamburgo, aterrizó en medio de la plaza Roja, tras burlar todos los sistemas de seguridad de la superpotencia.
Apenas cuatro años después, Mijaíl Gorbachov, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, declaraba al comunismo fuera de la ley. Está más que demostrado: nada es imposible.
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