La otra cara de Las Ventas
El fotógrafo Juan Pelegrín retrata la trastienda de una tarde de toros
En 1918, la Diputación de Madrid compró un terreno en las llamadas Ventas del Espíritu Santo, junto a los barrancos del arroyo del Abroñigal. Nacía así el proyecto de construir una nueva plaza de toros con tamaño suficiente para acoger a la creciente afición madrileña. Hoy, con la inauguración de la Feria de San Isidro, se repite el rito que, año tras año, desde 1947, ha consagrado la plaza de toros de Madrid como la más importante del mundo.
Lo que desde entonces ha sucedido en este ruedo, corridas míticas, pases gloriosos, salidas a hombros y estrepitosos fracasos, se ha fotografiado hasta la saciedad. Pero hay otra cara, entre bambalinas, desconocida para el gran público. Es la trastienda de una jornada de toros en Las Ventas, desde que el torero se levanta por la mañana hasta que se despide, triunfante o derrotado, según haya ido la faena, al filo ya de la noche.
Luis Francisco Esplá ha escrito los textos que acompañan las imágenes
Llaman la atención las caras de los toreros en el túnel de cuadrillas
El fotógrafo Juan Pelegrín (Madrid, 1971) lo ha recogido en el libro Un día en Las Ventas a través de 300 imágenes del coso madrileño (el volumen ha sido editado por Bellaterra y se vende por 50 euros). "Es verdad que la corrida se ha fotografiado mucho desde hace muchísimos años. El reto es aportar una visión personal, con un lenguaje diferente, y poner el acento en sitios donde no suelen estar las cámaras", explica Pelegrín. "El ruedo es muy importante, pero quería dar visibilidad a lo menos visible, que no todo es el torero". Las fotos del libro no son homogéneas: hay un tipo y una técnica adecuada a cada circunstancia. Hay primeros planos de los toros y los caballos, de los pitones y de las varas, imágenes de aficionados con solera, gestos circunspectos de ganaderos, caras de disfrute entre el público, pases toreros, risas de los subalternos, sudor y sangre en los trajes y el rostro de los toreros...
Para este proyecto, Pelegrín ha contado con la colaboración de Luis Francisco Esplá, matador de toros y pintor, que a lo largo de su carrera toreó 86 tardes en Las Ventas. Se despidió de la plaza en 2009 con su quinta salida por la puerta grande. Esplá ha escrito los ocho textos que marcan el paso del tiempo de esta peculiar jornada taurina: "Son ocho miniaturas que componen una tauromaquia, una forma de ver el toreo desde que se levanta hasta el final de la tarde. Y lo cuenta como sólo lo puede contar él, un hombre de gran cultura capaz de construir un discurso literario con esos textos", señala el fotógrafo. "Soy agnóstico. Tan sólo creo en el toro y en lo que de él dimana. ¡Dios me libre de quedar a su merced!", escribe el torero en el apartado titulado Mitología.
Pelegrín quiere llamar la atención, por poco habituales, de las fotografías de los toros en los corrales y de los sorteos. Y, sobre todo, de las caras de los toreros en el túnel de cuadrillas: "Me sugestionaban mucho como imágenes porque hay tensión, hay miedo. Son tíos que se van a jugar la vida y eso en Las Ventas se multiplica por diez, porque es la plaza más importante del mundo". Pelegrín se refiere a un Agustín Serrano que fuma un cigarrillo, un Frascuelo que concentra su mirada en algún sitio remoto de su mente, un Juli que espera con el capote doblado el momento de saltar al albero, un Cid que ensaya un pase con un invisible toro o un José Tomás que aprieta los labios desafiante.
Desde hace 11 años, Pelegrín recorre con su objetivo todos los rincones de Las Ventas. Recaló en la plaza para organizar su página web y desde entonces es su responsable de fotografía. Disparó las fotos incluidas en el libro entre 2005 y 2009. El próximo 13 de mayo se inaugurará en Expometro, en la estación de Retiro, una selección de 43 fotografías de Pelegrín.
"Lo inconcebible del toreo es -a pesar de la distancia que separan los criterios y gustos de cada aficionado- verlos saltar de sus asientos, como si un resorte los hubiera disparado, con las manos en alto y la sincronía de un ¡olé! arrancado de la más íntima estancia del alma. Eso es Madrid... Y el milagro del toreo". Lo dice Esplá.
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