Estoconazo
Fandiño se perfiló entre los pitones, en la línea recta, montó el estoque con parsimonia, mostró la muleta al toro mientras se aupaba sobre la punta de las zapatillas; se acercó a su oponente con lentitud, a cámara lenta, pero con la firme decisión de enterrar la espada hasta la empuñadura y en el preciso hoyo de las agujas. Y así fue. Pero quedó encunado entre la seria y astifina encornadura del animal, que, por la inercia del encuentro, lo lanzó al aire y casi llega a dar el torero una vuelta de campana antes de caer de bruces en el suelo en un costalazo histórico. El buen hombre quedó lógicamente conmocionado y tardó un par de segundos en intentar recuperar la verticalidad; pero ése fue el tiempo necesario para que el toro quinto de la tarde cayera patas arriba, muerto sin puntilla.
GUARDIOLA / GALLO, FANDIÑO, MORA
Toros de Herederos de Guardiola Fantoni, muy bien presentados, nobles, sosotes y parados en el tercio final. Bravo y noble el primero.
Eduardo Gallo: estocada y cuatro descabellos (silencio); metisaca, estocada, dos descabellos y el toro se echa (silencio).
Iván Fandiño: pinchazo y estocada (ovación); estoconazo (oreja).
David Mora: dos pinchazos y estocada trasera -aviso- (silencio); pinchazo, estocada -aviso- y dos descabellos (silencio)
Plaza de Las Ventas. Segunda corrida de la Feria de la Comunidad.
Sábado, 1 de mayo. Casi tres cuartos de entrada.
Momentos de tanta intensidad no se viven todos los días en una plaza, razón por la que Las Ventas se pobló de pañuelos blancos, y el presidente concedió una merecidísima oreja. La verdad es que la faena muleta no tuvo ribetes de calidad, a excepción de una tanda de derechazos templados y con gusto, porque el toro punteaba el engaño, y le faltó, como a los demás, fuelle y codicia, pero la estocada mereció por sí sola tan ansiado premio. Y, además, se le hizo justicia al torero, que estuvo toda la tarde ilusionado y valiente, decidido a convertir la corrida en un trampolín. Tras mostrarse decidido ante el soso segundo, veroniqueó al quinto con solemnidad y sabor, y volvió a lucirse en un quite, en el que dibujó una media de cartel. Y al primero de la tarde, de pitones astifinos que daban miedo, hizo un quite por gaoneras que puso a todos un nudo en la garganta. Es decir, que venía a triunfar.
No dio esa impresión Eduardo Gallo, que se afligió ante el mejor de la tarde, el primero, serio y con mucho cuajo, pero noble. Algún detalle sin continuidad y escasa convicción. Y volvió su apatía ante el parado cuarto. Y David Mora, el tercero, tuvo menos suerte con el lote, y su toreo dice poco. Lo molestó mucho el viento, y su primero lo volteó y lo perdonó. Que le dé gracias a Dios.
Babelia
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