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Columna
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Aguirre y la RAE

La palabra aquelarre significa "Junta o reunión nocturna de brujos y brujas, con la supuesta intervención del demonio ordinariamente en figura de macho cabrío, para la práctica de las artes de esta superstición". Esta definición, en fin, es la que ofrece el diccionario de la RAE, al que habrá que empezar a tomar en mayor consideración, toda vez que se ha avenido a inscribirse en la modernidad cambiando la definición de la palabra "pederastia" (tan de moda, por otra lamentable parte). Anuncia la RAE que a partir del año 2013 (vaya por dios) su diccionario ya no dirá que pederastia, es decir, "Abuso sexual cometido con niños", es sinónimo, como viene diciendo, de la palabra "sodomía", es decir, "Práctica del coito anal". Ya. Gracias. Aunque, en lo que a gracias respecta, la tiene, a su vez, la etimología que, según aclara también el diccionario de la RAE, tiene la susodicha palabra sodomía: "De Sodoma, antigua ciudad de Palestina, donde se practicaba todo género de actos deshonestos". Ajajá, conque la práctica del coito anal es un acto deshonesto, en esas andamos. Pero nos detenemos. Porque ya me estoy calentando con la palabra "género" y me veo cogiendo carrerilla por las páginas del idioma ad infinitum, y sin parar ni a hacer noche en Palestina. Y porque estábamos en el aquelarre y no en la sodomía, aunque, comparando definiciones de la RAE y recordando el asunto de la pederastia, así como el del aquelarre, habrá quien, mente aviesa, establezca satánicas relaciones. Bueno, a lo que íbamos.

"Aquelarre de carcamales resentidos" es una definición rayana en la inefabilidad

A lo que íbamos es a la definición que, tesáurica (palabra que no aparece en el diccionario -tesauro- de la RAE), ha dado Esperanza Aguirre al acto de apoyo a Garzón que se celebró en la Universidad Complutense: "Aquelarre de carcamales resentidos". Definición rayana en la inefabilidad que según la RAE, que en este caso se pronuncia, se refiere a aquello "Que no se puede explicar con palabras". Pero algo de bruja tenemos aunque no hayamos asistido al acto convocado por los sindicatos en la universidad, así que nos hemos lanzado a la piscina en llamas del averno (¿avernícola?: por qué tampoco existe esta palabra en la RAE cuando, sin embargo, disponemos de "cavernícola", que, Dante mediante pero aparte, viene a ser de la misma familia, la familia vaticana de la sodomía, digo, perdón, de la pederastia, que me he quedado más antigua que una edición anterior al año 13). Venga, sigo: que si bien hemos empezado por aquelarre por seguir el orden de aparición de las palabras en el oscuro escenario de la boca de Aguirre (se levanta el telón del fino labio superior -principalmente en las comisuras, que alzan un esbozo de sonrisa que no lo es: una falsa sonrisa, ya saben a lo que me refiero y lo que eso significa- y la primera que aparece es la que se refiere a las brujas y brujos que, presumiblemente, se han reunido, a puertas abiertas, en un aula magna de la Complu, nada menos que con el demonio, que cabe suponer fuera Carlos Jiménez Villarejo, ex fiscal anticorrupción, dada su memorable intervención, o acaso Cándido Méndez, por lo de macho cabrío, aunque yo ahí no me quiero meter); si bien, decía, esa fue la primera palabra en actuar en el canal bucal presidencial (así son las cosas de la rima perfecta, qué quieres que te diga), en realidad a mí la que me pirra es la segunda, la palabra que viene a continuación (eso sí, con la licencia atlética de saltarnos la preposición): "carcamal". Ah, qué delicia. Carcamal. Me enloquece. Corre, corre, tecleo en mi laptop, carcamal, aquí está: "Persona decrépita y achacosa". Vaya, me decepciona un poco la definición (no sé por qué me da en la nariz -decrépita... achacosa...- que se refiera a señoras con pañuelo blanco que se encuentran entre el público siempre que hay un homenaje a un juez que busca a sus nietos secuestrados por los dictadores, como en el Facebook; las abuelas de mayo, mujer, sí, ya sé que estamos en abril, qué quieres), la encuentro, digo, un poco apagada esa acepción, ¡con la vidilla que nos daba la del aquelarre! En fin, este revés, que sería asimismo tesáurico si pudiera serlo, viene a demostrar una vez más que no siempre coinciden el interés fonético y morfológico con el semántico y literario.

Así que no nos queda más remedio que pasar página (que sería de gesto literal si en vez de laptop me hallara manejando el tocho de la RAE en papel no reciclado -que, por tanto, sospecho muy del gusto del filósofo Pardo-) y pasar a la tercera palabra de la enunciación, que en la cavidad bucoteatral en la que nos hallábamos hace las veces de tercer y último acto del sainete: "resentidos". Así, a bote pronto, hay que reconocer que la palabrita promete traca final, desenlace dramático, pues qué duda cabe de que con un resentido hay que andarse con ojo: puede dar el pego y aparentar que no le pasa nada pero como le salga el resentimiento que dios te pille confesado. Es, como si dijéramos, una palabra low cost: por bien poco te puede llevar muy lejos. Vamos a ver qué dice la RAE: "Que muestra o tiene algún resentimiento". Lo que yo te decía, dice ella. Y también, en la RAE: "Que se siente maltratado por la sociedad o por la vida en general". ¡Tate!: como que había en la Complutense un montón de represaliados del franquismo. Gente que no ha sabido echarle arrestos (pena de no tener tiempo de comentar esta palabra) y olvidar. Menos mal que la presidenta ha puesto la Comunidad a disposición de quien quiera buscar los restos de sus antepasados en las cunetas de la región. Incluidos los del franquismo, ¿eh?

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