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Reportaje:Elecciones en Reino Unido

La arcadia del candidato conservador

La circunscripción del dirigente 'tory' es una apacible ciudad cerca de Oxford en la que se refleja la falta de debate ideológico de la campaña británica

Limpia, tranquila, amigable, culta, libre. En una palabra: nice. Así es Witney, la circunscripción electoral por la que es diputado desde el año 2001 el líder del Partido Conservador británico, David Cameron.

La ciudad, de unos 20.000 habitantes y situada a unos pocos kilómetros al oeste de Oxford, es justo lo que se espera de esta parte de la campiña inglesa. Tiendas con buen gusto, escuelas infantiles en edificios antiguos, restaurantes de calidad, pubs con alcurnia y la vieja y noble oficina de correos van alternándose a lo largo de la agradable calle mayor que desemboca en una romántica iglesia del siglo XIII. Todo extendido sobre un maravilloso tapiz verde cruzado por un pacífico río. La concentración del tráfico en el centro, imperceptible comparado con el estándar de bulla española, y la subida de las licencias a los pubs por vender alcohol son al parecer los grandes problemas del pueblo. Y ni que decir tiene que Cameron arrasará aquí de nuevo.

"¿Cameron, arrogante? ¿Qué político no lo es?", replica un vecino
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"Las veces que ha venido por aquí me ha parecido un buen tipo", dice Geoff Birchenall, que trabaja en la tienda de discos Rupture de Witney y va a votar al líder tory. Recuerda que la última vez que entró allí compró el DVD de La ley del silencio, la película de Elia Kazan protagonizada por Marlon Brando, y un CD del grupo Snow Patrol.

"¿Arrogante?, ¿qué político no lo es?", responde Birchenall. "Se nota que Cameron no es muy flexible, que no le gustan las preguntas inesperadas, pero es el mejor candidato para hacer frente a la crisis. Nick Clegg ha jugado la baza de la antipolítica y ha conectado con la gente, pero no tiene programa económico".

Ben Merchant está detrás de la barra en el pub The Plough. Tiene 18 años y estudia comunicación. Se va a estrenar votando a los conservadores. "Cameron siempre está por aquí. Ha venido a comer alguna vez. Creo que es un tío amable y brillante. Por Clegg no me jugaría un penique. Respecto a Brown, creo que conoce los problemas, pero 13 años de laborismo son demasiados".

La combinación adecuada de personalidad y principios es la fórmula de éxito de cualquier político. A David Cameron se le considera un pragmático, que ha logrado renovar al Partido Conservador sin enfangarse en batallas ideológicas ni polarizar a la sociedad. Unas cuantas obviedades del ideario de centro-derecha -responsabilidad individual, sentido del deber, familia, comunidad, patria- pueden llevarle al número 10 de Downing Street.

Pero hay quien considera que le falta sustancia y que su idea de Gran Sociedad frente al Estado intervencionista está bastante vacía. "Es verdad que no ha habido grandes ideas en esta campaña", reconoce Birchenall, "y también lo es que Cameron ha hablado más de por qué Brown no debe ser primer ministro que sobre por qué quiere serlo él, pero así son las cosas".

Para la dependienta de una tienda de ropa, que por timidez prefiere no dar su nombre, "Cameron carece por completo de experiencia política y personal para gobernar". "Y lo mejor de Clegg es que es nuevo". No le gustan nada ninguno de los dos. Por eso va a votar al Partido Verde. En Witney hay muchas cosas que conservar.

En cuanto a la reforma del sistema electoral, el gran tema de esta campaña, hay bastante desconfianza. "Un Gobierno sin mayoría en el Parlamento sería un desastre. ¿Quién tomará las decisiones? ¿Quién hablará con los líderes extranjeros?", se pregunta Birchenall.

En la puerta del Ayuntamiento de Witney, un edificio de la época Tudor restaurado en 1863, los vecinos pueden encontrar la dirección, el teléfono y el correo electrónico de David Cameron en la Cámara de los Comunes. Cosas de la grande y vieja democracia británica.

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