Póngale una vela virtual al santo
La Catedral de Santiago instala lampadarios digitales que se encienden en Internet
Que Dios está en todas partes es un dogma incontrovertible para la fe católica. Ni el ciberespacio escapa a la influencia del Altísimo, y de ello es buen ejemplo la idea de dos ingenieros andaluces, que hace dos años decidieron dar otra vuelta de tuerca a la práctica tradicional de poner velas a los santos. Primero fueron los cirios de cera, después los eléctricos y ahora los digitales. Desde la web mivela.com, o bien a través de un SMS o una llamada telefónica, los fieles del mundo con morriña ya le pueden poner una vela al santo de su iglesia, a través de un lampadario digital conectado a la Red y donde los cirios están representados en una pantalla plana. Un proyecto que arranca en diez templos de España, entre ellos la Catedral de Santiago.
Prender un cirio digital desde la Red cuesta 1,39 euros (IVA incluido)
La tecnología permite "poner facilidad a la devoción", dice el deán de la catedral
"Son de estas cosas que se te ocurren... ¿Por qué no se pueden encender velas por Internet? Nos pusimos a ello y dos años después, estamos aquí". Son las palabras de Marcos Rodríguez, director del proyecto e ingeniero industrial, que presentó ayer la idea en la catedral compostelana. Junto a su compañero, el ingeniero informático David Doña, ha montado la web, verdadero pilar del negocio.
El proceso es simple. Uno teclea la dirección y llega al menú principal, en el que topa con la imagen de una joven de melena rubia en pose contrita, las manos cruzadas ante una vela. Accede al mapa digital, selecciona su iglesia preferida y elige la forma de pago, PayPal o tarjeta de crédito. Un par de clics después ya puede ver el lampadario digital en su pantalla, que está conectado al que hay al pie de la imagen que ha elegido. A partir de ahí, entre diez minutos y media hora para rezar hasta que la vela virtual se apague.
El valor de la fe es incalculable, pero prender un cirio digital cuesta 1,39 euros (IVA incluido), a repartir a partes iguales entre la empresa, la operadora telefónica y la iglesia en cuestión. Rodríguez y Doña calculan que pueden superar las 500.000 velas al año. "Al ser algo completamente nuevo es imposible hacer un estudio de mercado previo", matiza.
En Santiago, el deán de la catedral, José María Díaz, se muesta más cauto. "A ver en qué queda esto", señala. Según cuenta, la catedral no puede hacer frente a todos sus gastos corrientes y de personal, menos en una época de crisis en que ni el Xacobeo da para que el cepillo parroquial sea abundante. Tampoco ayuda el formato de las misas, en que se suele echar fuera a los fieles nada más terminan los servicios. "Las paradas son difíciles", se queja. Los lampadarios eléctricos constituyen, así, la principal fuente de beneficio. Sobre este nuevo sistema, el deán señala: "Nos resultó interesante. Otras catedrales cobran entrada; nosotros ni lo hemos pensado ni lo queremos". Díaz ve en las nuevas tecnologías una forma de "ponerle facilidad a la devoción". Insiste además en que lo de poner velas no es una costumbre antigua. "No es un residuo de la cristiandad rural", asegura.
Tampoco cree Díaz que esta nueva idea suscite muchas reticencias entre los fieles más tradicionales. "Cuando se pasó de los lampadarios con velas de cera a los eléctricos, sí hubo mucha resistencia", recuerda. "Todavía hay gente que llega con un velón de cera y quieren encenderlo. Se retiran siempre, está el aviso dado". Este nuevo paso lo ve como una evolución natural, aunque es receloso sobre el éxito de la iniciativa. "Si estuviera implantado ya en Barcelona no dudaría; esa gente haciendo números nunca se pierde", bromea.
Como en cualquier negocio, Doña y Rodríguez premian la fidelidad: quien se registre en la web obtiene una vela gratis. Las compras numerosas también tienen ventajas: hay paquetes a partir de 5 y hasta 25 velas que resultan más económicos y que los clientes más piadosos pueden ir administrando según dictaminen sus necesidades espirituales. Cada una de las pantallas contiene 75 candelas. Si cuando el fiel se conecta están todas encendidas, no ha de preocuparse. Entra en una lista de espera que le asigna turno.
El lampadario en sí no es más que una pantalla con un soporte, al que está acoplada una cruz de Santiago. "Hemos apostado por una estética tradicional", justifican los creadores. En la catedral compostelana hay tres: uno ante la tumba del apóstol, otra ante la imagen de Santiago a caballo y otro frente a la Virgen del Pilar. El deán duda que la ubicación sea la idónea, el soporte de la pantalla quizás está demasiado alto. "No hay problema en cambiarlo", tercia Rodríguez, solícito.
Los demás están ubicados en La Línea de la Concepción -donde está radicada la empresa- Jerez, Cádiz o Sevilla. Y están negociando con Zaragoza y Barcelona. En el extranjero, le han echado el ojo a varias iglesias en Polonia y México. La brecha digital no detiene a la fe. Ni al negocio.
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