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El debate sobre la reforma de la avenida

La Diagonal busca su 'glamour'

Los turistas no incluyen la calle en sus rutas de compras - Los locales comerciales han perdido valor - Las tiendas luchan por su futuro

Cristina Delgado

En la acera del lado de montaña se agrupan las zapaterías, el textil y los bolsos de lujo. Las tiendas más exclusivas recalan en esa orilla del centro de la Diagonal. En la otra, la del lado de mar, hay sobre todo bancos, restauración y comercio de gama media. Brilla menos. Es la acera "maldita", según el escritor Enrique Vila-Matas. Por eso el precio de un local, según está en una u otra parte de la calle, puede variar el 30%. Sean más o menos caros, todos han perdido valor. ¿La reforma sería la solución? Los comerciantes creen que dar más anchura a las aceras sería la panacea. Los expertos inmobiliarios ven difícil sacarle mucho brillo a la zona.

La Diagonal es una calle de calles. Va tomando el cariz de aquella con la que se cruza. Es en el centro, desde el paseo de Gràcia y casi hasta la parada de metro de Maria Cristina, donde tiene galones de calle comercial. Pero no es el paseo de Gràcia ni el Portal de l'Àngel. Los turistas no siempre encuentran alicientes para llegar hasta la zona.

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Los que llegan, al igual que los habitantes de la ciudad que van de compras por esta arteria de Barcelona, pasean sobre todo por delante de los escaparates con número par. Cuando Vila-Matas expresó en un texto su inquietud por la poca fortuna de los comerciantes que se instalaban en la acera del lado de mar, le llegaron varias cartas. "Me explicaron que era por el sol. A la parte de la montaña le da más el sol. No sé si será verdad que es por eso. El caso es que en la acera de la montaña hubo cines, bolera, librerías que funcionaban bien... y en la de enfrente todo era más gris", cuenta.

Hace ya 10 años que el escritor plasmó en un libro la diferencia de las aceras. Pero sigue viva. "Un mismo local en montaña puede valer en alquiler unos 75 euros mensuales el metro cuadrado. Y enfrente, costaría 50 euros", pone como ejemplo Mónica Manguillot, directora del departamento de locales comerciales de Busquets Gálvez en Barcelona. "Siempre ha sido así, y las grandes marcas prefieren el lado de la montaña", explica. Con una excepción: el comercio de novias se agrupa en la parte de mar, como la tienda de Rosa Clarà y Raimon Bundó. Había unos pocos comercios de este subsector cerca del cruce con la Rambla de Catalunya y han actuado como polo de atracción hacia esa orilla de la calle.

Dejando de lado los entresijos inmobiliarios, el problema para todos es que la calle ha perdido tirón. Los locales valen hasta el 20% menos. Durante los últimos 10 meses sólo ha habido tres operaciones (alquileres o ventas de locales) en el área comercial de Diagonal, asegura Dolores Jiménez, de CB Richard Ellis. "A la zona le falta vida", resume. Las marcas que tienen mucho dinero, explica Manguillot, se instalan antes en el paseo de Gràcia, aprovechando además que los precios han bajado un poco. "Incluso eligen primero la Rambla de Catalunya, que ha ganado mucha presencia", añade. Ambas calles están en las excursiones habituales de los turistas. Aun así, sigue habiendo algunas marcas que apuestan por la Diagonal. Lluís Capdevila aseguraba en su libro Barcelona, cor de Catalunya, en 1926, que la Diagonal posee una distinción "que no tiene ningún otro paseo de Barcelona" ."Es un paseo para señores, pero para señores de verdad, no para gente disfrazada de señor", dijo el autor. Eso ha debido de pensar Hackett. La marca inglesa de ropa para gentlemen se instaló hace poco en un local de 300 metros, entre Balmes y Enric Granados. En el lado de montaña, por supuesto. "La nuestra es una marca ya conocida. Cuando abrimos en Barcelona buscábamos una zona prime. Pero los precios del paseo de Gràcia son desorbitados. La Diagonal quizá no es tan turística, es más para gente de Barcelona. Tenemos clientes de las oficinas de la zona y también entre los que viven en ella, que es un público excelente", explica José María Pasquín, director comercial de Hackett.

Ahora lo que teme es la reforma. Teme el polvo, el ruido y las lonas que comportan unas obras de más de dos años. "Viendo lo que ha pasado en la calle de Serrano de Madrid...".

No es el único que ve con temor la llegada de las taladradoras. Y ese temor ha sido precisamente el revulsivo para lograr una asociación de comerciantes. "No sé por qué hasta ahora nunca se han asociado los comercios de la zona. Pero es el momento. Con la posible remodelación hay inquietudes y es importante que estemos juntos. Por eso estamos creando la asociación", explica Lluís Vendrell, presidente de Shopping Line (agrupación público-privada que representa a locales de zonas turísticas, en la que sí participa la Diagonal).

Vendrell es el coordinador de esta nueva asociación, que va a reunir a más de un centenar de empresas y será inaugurada dentro de unos días. "La estructura será muy novedosa. No sólo incluirá a botiguers. También se ofrecerá entrar a los propietarios de los bajos", explica, citando como ejemplo casos de Estados Unidos. "La reforma tiene tres opciones, una de ellas sin ninguna remodelación. La asociación quiere que se haga algo. La lógica, de momento, nos dice que el bulevar es la opción más lógica. Aun así nos quedan muchas dudas, sobre todo en lo referente al tranvía", añade.

Vendrell lleva décadas viendo la Diagonal a través del escaparate de su joyería, Unión Suiza, en la esquina de Diagonal y Via Augusta. "En el momento en que las aceras se amplíen, todo empezará a cambiar. Porque la Diagonal es un eje. Conecta la zona con el centro, cruza toda la ciudad, tiene buen acceso con el coche... Si se reforma de manera adecuada, será más importante comercialmente que el paseo de Gràcia, porque el turista alargará su recorrido, y subirá", confía.

Las expertas inmobiliarias no creen que la reforma llegue tan lejos. "El comercio importante seguirá estando donde está. Es lo que vemos en otras ciudades más maduras: las tiendas tienden a agruparse, porque la gente, cada vez con menos tiempo, quiere trayectos concentrados", razona.

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Sobre la firma

Cristina Delgado
Es subdirectora y se encarga de la edición digital de EL PAÍS. Antes fue redactora jefa de Economía, sección en la que se incorporó al periódico, en 2008. Licenciada en Periodismo y en Comunicación Audiovisual, ha realizado el máster UAM-ELPAIS y posgrados de información económica y gestión.

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