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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Seguiremos informando

Comunicación. En el que fue uno de sus últimos textos, el escrito para la antología Seguiremos informando, Pedro Altares se preguntaba: "¿Los corresponsales y enviados especiales son una especie en extinción?". Aludía a la tendencia a sustituir el siempre costoso envío de un periodista al lugar de los hechos por el copiar y pegar realizado por un mileurista amarrado durante horas a un ordenador conectado a Internet. No tengo respuesta a ese interrogante, tan sólo puedo afirmar que la España democrática ha contado con decenas de fantásticos corresponsales y enviados especiales y que algunos de ellos, los 25 premiados con el Cirilo Rodríguez, están presentes en Seguiremos informando. En este libro son todos los que están, aunque no estén todos los que son... o fueron. El periodismo español ha pagado un elevado precio de sangre por su intensa presencia en los escenarios internacionales más calientes de las tres últimas décadas. Recuérdese a los hermanos caídos: Juantxu Rodríguez, Miguel Gil, Julio Fuentes, Julio Anguita Parrado, José Couso, Ricardo Ortega... Ellos, y los que sobrevivieron, abrieron nuestros balcones y ventanas al mundo. Lo hicieron en la estela de la "tribu" de los últimos sesenta y primeros setenta, la de los Manu Leguineche, Julio Camarero, Vicente Talón, Cirilo Rodríguez, Jesús Hermida, Enrique Meneses, Vicente Romero, Miguel de la Cuadra, Felipe Sahagún... En los ochenta y noventa, la libertad, el desarrollo económico y el compromiso de algunas empresas periodísticas con la información internacional de calidad y de primera mano ampliaron la "tribu". "Cada generación", escribe en este libro Guillermo Altares, "ha tenido su guerra, o sus guerras. Está la generación de Vietnam, la de Beirut, la de los conflictos balcánicos, la que vio sus primeros bombazos siguiendo el rastro de destrucción que siguió al 11-S...". Y todas ellas, cabe añadir, se han empeñado en arrimarse al peligro, hablar con cuantos protagonistas pudieran, contar las cosas lo antes y lo mejor posible y dar la voz a las víctimas. Porque aunque a veces resulte difícil identificar a los culpables de una guerra, una catástrofe o una hambruna, siempre es facilísimo identificar a las víctimas. Y éstas piden que el mundo sepa. Por ejemplo, leamos a Juan Cierco: "Confieso que he oído llorar a un niño palestino, musulmán, por ver a su padre, médico respetado en Ramala, educado en Zaragoza, casado con una española de Teruel, de rodillas, en calzoncillos, en mitad de ningún sitio, apuntado por el fusil de un recluta israelí de 18 años de edad que encuentra entretenido humillar a un ser humano delante de los suyos porque no tiene nada mejor que hacer a las siete y diez de la tarde". Como Pedro Altares, Aurelio Martín adopta un aire crepuscular en su aportación a esta obra. "Parece que nos precipitamos al deterioro y al final del reporterismo", escribe. Es posible. Entretanto, Seguiremos informando recoge un puñado de incursiones de periodistas españoles en territorio comanche: el Saigón de Leguineche, la Lisboa de la revolución de los claveles de Diego Carcedo, el Kuwait de Juanje Aznárez, el Tiananmen de José Luis Márquez, La Habana de Román Orozco, el Moscú de Pilar Bonet, el Kabul de Fran Sevilla, el Níger de Ramón Lobo, el Beirut de pólvora y jazmín de Tomás Alcoverro, la Hiroshima de Rosa María Calaf, la Nicaragua de Joaquim Ibarz... ¿Quién dijo que todo el periodismo de la España democrática se ha consagrado a las declaraciones politiqueras locales?

Seguiremos informando

Varios autores

Prólogo y coordinación de Aurelio Martín

Los Libros de la Catarata. Madrid, 2010

340 páginas. 20 euros

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