_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La medida de la ambición

Josep Ramoneda

El miércoles que el Real Madrid fue apeado de la Champions League por el Olympique de Lyón, cenaba yo en Barcelona con diversas personalidades del mundo de la economía y de la política. No puedo decir que me sorprendiera el entusiasmo con que acogieron la eliminación de los blancos porque los culés siempre han sido muy previsibles. Pero sí me pareció una buena imagen de la falta de ambición nacional de las élites de este país (no del entrenador y sus jugadores, que han demostrado tenerla toda). No creo que ningún culé me desmienta si digo que la máxima satisfacción por ellos soñada es ganar la Copa de Europa al mismísimo Real Madrid en el propio Estadio Bernabéu. Pues bien, esta ilusión -que el sábado pasado se confirmó que era más factible que nunca- acababa de desvanecerse, porque la eliminación del Madrid la hacía imposible, y los aficionados blaugrana estaban eufóricos. En el momento en que las posibilidades de ganar la final al Madrid en Madrid era más real, celebraban que esto ya no sería posible, en vez de lamentar la ocasión perdida. "Un problema menos", decía uno de ellos. Es la distancia entre la autocomplacencia y la ambición, la persecución de objetivos ambiciosos o la obsesión por el adversario que conduce a la automutilación en nombre del sentido común y de la prudencia.

CiU va como anillo al dedo a las clases media y alta catalanas. Garantiza la autocomplacencia sin riesgo

Peregrina idea de la prudencia. La prudencia, virtud política por excelencia, no es en absoluto una idea conservadora. La prudencia como virtud no consiste en frenar, sino en optimizar. No se trata de eludir riesgos, sino de encontrar el camino justo entre la propia potencia y los objetivos que alcanzar para poder avanzar. El líder prudente no es aquel que abandona la lucha a la primera dificultad, es el que sabe tomarle el pulso a la situación y maximizar las posibilidades de los suyos.

Pero la realidad es la que es y, efectivamente, la ambición nacional de este país es limitada, como la de los socios del Barça ante la eliminación del Madrid, siempre dispuestos a detenerse un paso antes de lo que la ambición pediría. Por eso, CiU va como anillo al dedo a las clases media y alta catalanas. Garantiza la autocomplacencia sin riesgo. "Som els millors". Y aquí nos quedamos. ¿Es la independencia objetivo estratégico de CiU? No está en la agenda. No se dan las condiciones objetivas, como se decía en marxismo vulgar. ¿Qué hacer si el Constitucional se carga el Estatuto? Primero, ruido, los gritos de ritual, después, una consulta sobre infraestructuras y otra sobre financiación autonómica. Pujol incluso se contenta con menos: "fer feina país endins". Otra cosa sólo puede inducir a frustración, dicen los dirigentes del nacionalismo conservador. Es compleja la economía de la frustración. Puede ser frustrante no alcanzar un objetivo definido en un exceso de ambición. Pero también es frustrante ni siquiera intentarlo.

La política, en buena parte, es economía política de la frustración. Y administrar las frustraciones de la ciudadanía es una de las artes del poder. Roturar el suelo: marcar los límites y poner un cartel: peligro, más allá de estas líneas está la frustración. La política como arte de encauzar al personal, sin riesgo para el estatu quo. La política es un difícil equilibrio entre capacidad e intereses. En este equilibrio el tiempo catalán que corresponde al momento presente es la ambición limitada del ejemplo del inicio. Y en esta tarea sólo la sociovergencia podría superar en eficacia a un gobierno de CiU, por algo es el sueño del dinero catalán. Mantener viva la llama de la creencia de que un día el destino de este país puede cambiar, pero garantizando, a base de que este día quede fuera de cualquier hipótesis de calendario, que nada esencial cambie. El principio es el mercado. Y el criterio de relación con España es principalmente este: cultivar el mercado. No en vano, Pujol aparte, los dos principales políticos de CiU, han sido Miquel Roca y Josep Antoni Duran Lleida. Apenas han tenido cargos políticos. Pero han ejercido y ejercen el cargo principal: conseguidores en Madrid. Para una burguesía con limitada ambición nacional es el papel más importante. Con él, CiU ha sabido hacerse fuerte. El PSC -otro ejemplo de falta de ambición- le ha regalado tan privilegiada posición al renunciar al grupo parlamentario propio. De nada ha servido al PSC tener ministros en Madrid. Con mucho menos poder formal, CiU se ha hecho imprescindible para la burguesía catalana en la relación con Madrid. Es la justa medida de la ambición de las élites catalanas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_