_
_
_
_
Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN

El sombrero de la virgen

Una exposición celebra a Félix Candela, autor de la iglesia de los mexicanos

Patricia Gosálvez

El párroco afirma que muchos creen que la iglesia se llama "de los mexicanos" porque el tejado tiene forma de sombrero de mariachi. No es el caso. La picuda Nuestra Señora de Guadalupe está regentada por una congregación mexicana, fue financiada desde México en los años sesenta y proyectada por el arquitecto mexicano Enrique de la Mora y el arquitecto-ingeniero Félix Candela. Candela no era mexicano, pero casi. Nacido en Madrid hace 100 años, se enteró de que había estallado la Guerra Civil en la estación de tren, cuando marchaba a Alemania con una beca para investigar el hormigón armado. Decidió quedarse y luchar por la República (fue capitán de ingenieros). Acabó exiliado en México, con la carrera acabada pero sin título. "Se las tuvo que ingeniar con sus conocimientos, desde cero, en un país nuevo", explica Carmen Jordá, arquitecta y catedrática de la Universidad Politécnica de Valencia, que se entrevistó 10 veces con Candela antes de su muerte en 1997.

Cuando llegó a México, le tocó la lotería. Primero, literalmente. Gracias a un boleto premiado fundó la productora Paricutín, que, con películas como La virgen desnuda, quebró al poco tiempo. Pero la verdadera lotería de acabar en México (un país de presupuestos limitados, pero con mano de obra muy barata) fue que resultó el lugar idóneo para construir las estructuras que le harían famoso, los llamados "cascarones de concreto". Estas cubiertas ligeras de hormigón techaban edificios económica y eficazmente ya que resisten por su propia forma y no necesitan grandes pilares. Para entender mejor la paraboloide hiperbólica y demás soluciones que Candela dio al mundo, la exposición Félix Candela: La conquista de la esbeltez celebra el centenario de su nacimiento (en el Conde Duque, gratis, hasta el 18 de abril). A través de una colección de maquetas y proyecciones en 3D, el visitante comprende la complejidad de fuerzas y tracciones de la doble curvatura; una geometría que, en un punto de la exposición, un estudiante de arquitectura compara de manera prosaica (pero muy visual) con la forma de una patata Pringles.

Los tejados curvos de Candela fueron un éxito, su empresa Cubiertas Ala construyó hasta 800 en todo el mundo (y sólo una en Madrid). En las tarjetas navideñas de la compañía, Papá Noel aparecía deslizándose o tratando de trepar paraboloides. Sin embargo, "los cascarones quedaron obsoletos cuando dejaron de ser económicos", explica Jordá, "las leyes laborales encarecieron la mano de obra y los complejos encofrados artesanales ya no resultaban viables". Candela decía que estaba "en una tierra de nadie, entre la arquitectura y la ingeniería", continúa Jordá, "y siempre se consideró un constructor". Sus preocupaciones eran económicas: "No he inventado nada, he copiado de todo el mundo", admitía el arquitecto, "en realidad he sido un contratista". Pero Candela fue discípulo de Eduardo Torroja (cuyo hijo, José Antonio, junto al arquitecto español José Ramón Azpiazu, realizó la obra en la iglesia de los mexicanos), y heredó del maestro su preocupación por la belleza. Lo dejó claro en un simposio de ingeniería: "Nadie habla de la belleza, tal vez porque no pueda ser medida y los ingenieros tienen una deformación profesional para lidiar sólo con los hechos... Sin embargo, deberíamos recordar que gran parte del éxito de estas estructuras se debe a que generalmente son muy bellas y por tanto claman un anhelo subconsciente del género humano".

Resulta fácil comprobarlo en Nuestra Señora de Guadalupe. El templo es un teatro redondo y diáfano (apoyado sólo en cuatro finos pilares). Las cristaleras con reminiscencias aztecas iluminan el hormigón, donde todavía quedan las marcas del encofrado. El espacio enorme, resulta moderno y místico al mismo tiempo. Las paraboloides no llegan a juntarse nunca en la punta del sombrero, unidas sólo con una fina vidriera de colores. Y el visitante, a riesgo de ser sacrílego, no puede dejar de preguntarse, ¿cómo demonios se sostienen?

Fachada principal de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en Concha Espina.
Fachada principal de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en Concha Espina.ÁLVARO GARCÍA

Iglesia mexicana

- Autores. F. Candela, E. De la Mora, J. R. Azpiazu y J. A. Torroja.

- Construcción. 1962 - 1965.

- Estilo. Moderno.

- Ubicación. Puerto Rico, 1 (Concha Espina).

- Función. Parroquia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_