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Crítica:FERIA DE ABRIL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El duende y la suerte

Antonio Lorca

Morante de la Puebla tiene duende, embrujo, gracia, empaque... Y suerte. Toda la suerte del mundo para ser el ídolo en un momento histórico del toreo en el que el toro importa un pimiento. Y da igual un becerrote que un borrego lisiado si Morante despliega su magia, se abre de capa o muleta y el resultante es un destello de lo que hoy se considera el arte que no se puede aguantar...

Nadie le puede negar a Morante su toreo solemne, su majestuosidad y virtuosismo. Pero con la misma consistencia se le debe exigir que, al menos, en Sevilla, mate toros. Sin embargo, está visto que el aficionado, si es que alguno queda, tiene la batalla perdida. El toro ha muerto. O está secuestrado. O escondido. Ciertamente, lo que ayer se lidió en la muy reconocida y prestigiada plaza de la Maestranza no era más que una vergonzosa caricatura de lo que pudo ser algún día pasado el toro auténtico: animales feos, mal presentados, lisiados, sosos y descastados. Dóciles todos como perritos falderos, pero simulacros, al fin, del toro. Y ya se sabe: si no hay toro, no hay fiesta. No hubo, pues, fiereza, ni fortaleza, ni bravura, ni casta. Ni tercio de varas ni toreo verdadero ante un auténtico toro bravo y codicioso que presenta pelea y vende cara su vida. Así, tres figuras de la modernidad, auténticos responsables del fiasco ganadero de ayer, se prestaron a dar gato por liebre a un público jaranero, festivo y generoso, porque lo de la sabia y exigente afición sevillana pertenece al pasado.

RUIZ / MORANTE, MANZANARES, PERERA

Toros de Daniel Ruiz -el segundo, como sobrero-, mal presentados, inválidos, sosos y descastados; nobles cuarto y quinto.

Morante de la Puebla: dos pinchazos y media (silencio); estocada baja (oreja).

José M. Manzanares: estocada (silencio); estocada caída (oreja). Miguel Ángel Perera: estocada trasera (silencio); estocada baja (silencio).

Plaza de la Maestranza. 4 de abril. Feria de Abril. Lleno.

Estuvo bien Morante en su segundo toro. Claro que sí. Es que este torero lo hace casi todo bien porque compone la figura como nadie, maneja los engaños con pasmosa suavidad, acompaña la embestida con suma elegancia. Entusiasmó con el capote a la verónica de salida y en un quite posterior, y deleitó, muleta en mano, con un remate airoso, un par de derechazos, otros dos buenos de verdad, otro de pecho largo y un desplante torero con la rodilla contraria flexionada. La música, a toda pastilla, y esta Sevilla morantista loquita de pasión con su torero. Y, delante, un borreguito. Pero qué más da, si Morante torea como Dios. Y si se quita el toro, mejor... Porque el torito, en el fondo, molesta, pues con su corto recorrido y escasa fijeza impide la apoteosis. Y Morante paseó la oreja con la sonrisa abierta.

Algo parecido le ocurrió a Manzanares, otro torero con aire sevillano, que aquí se crece entre el cariño de sus partidarios. Otro que torea como los ángeles, y algún detalle dejó ante el quinto, que le permitió un par de tandas largas de derechazos que supieron a poco. Y otra oreja, tan barata como la de su compañero, le concedieron sin motivo ni razón.

Y mucha voluntad derrochó Perera, pero se ahogó en su propio error. A ver cuándo se enteran estos toreros que deben despedir a toda la corte que los acompañan y que no hacen más que buscarles becerrotes inválidos ante los que fracasan. Perera es torero poderoso, y su figura resultó ridícula ante el lote amorfo que sus representantes le presentaron con la anuencia, eso sí, de una autoridad sin capacidad para poner a cada uno en su sitio. Lo de ayer, dicho queda, una burla de los señores Morante, Manzanares y Perera. Y del señor Teja, el presidente.

Morante de la Puebla en la lidia de su segundo toro, al que cortó una oreja.
Morante de la Puebla en la lidia de su segundo toro, al que cortó una oreja.PÉREZ CABO
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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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