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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cinco grandes en problemas

Nadal, que ha avanzado en Miami más que ninguno de sus rivales directos, recuperará el lunes el 'número tres' del tenis mundial

"No es un secreto: tengo problemas". Roger Federer, el número uno del tenis mundial, perdió en la madrugada de ayer, miércoles, por 4-6, 7-6 y 6-7 en los octavos de final del torneo de Miami contra el checo Tomas Berdych. Otro secreto a voces: el suizo, que ya cayó hace dos semanas en su segundo partido de Indian Wells, ante el chipriota Marcos Baghdatis, no es el único jugador que vive tiempos difíciles. El serbio Novak Djokovic, el número dos, y el británico Andy Murray, el tres, también se despidieron de Florida a las primeras de cambio. El argentino Juan Martín del Potro, el cinco, está lesionado. El ruso Nikolay Davydenko, el seis, también. Todas esas circunstancias, suma de épicos partidos y casuales desgracias, se han unido para que Rafael Nadal recupere el número tres desde el próximo lunes y pueda soñar con el dos dependiendo de cómo vaya la competición. Para empezar, en la madrugada del miércoles ganó a David Ferrer por 7-6 y 6-4 y en la pasada se jugaba el pase a las semifinales contra el francés Jo-Wilfried Tsonga.

Federer, que sufrió una infección tras ganar en Australia, eliminado por Berdych
Murray padece una crisis de éxito, y Djokovic, de desconfianza
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Primero, los sentimientos, la tensión y el estrés compartidos con los otros dos españoles en busca de la penúltima ronda: Nicolás Almagro contra Andy Roddick y Fernando Verdasco contra Berdych. "Me quedé algo triste", dice Nadal. En la relativa privacidad que supone tener casi dos millones y medio de amigos en Facebook, el español escribe sobre su derrota en las semifinales de Indian Wells ante el croata Ivan Ljubicic; sobre su dolor de muelas y sobre cómo dobla y redobla, con sádica persistencia, las zapatillas para adaptarlas a sus plantillas. Nada dice el mallorquín, recuperado ya de corazón y golpes, falto aún de la prueba ante los mejores que suponía Tsonga, de la crisis que asuela al resto de la élite.

Hace un año, Federer estampó su raqueta contra el cemento de Miami. No quedó ni el vibrador. Se escribió que era un tenista en pleno ocaso. Un año y tres grandes ganados después, el suizo repitió mala experiencia en el mismo escenario. "Es decepcionante. Estoy confuso con mi coordinación", dijo el número uno, que entre su victoria en Australia y sus derrotas estadounidenses, ambas tras un punto de partido a su favor, sufrió una infección pulmonar que le robó el ritmo y le disparó hasta ¡62! errores no forzados ante Berdych.

Habló Federer y sus palabras hicieron ruido. Hay veces que coger un micrófono es como grabar un epitafio. Murray perdió en la segunda ronda de Miami. Antes había caído en los cuartos de Indian Wells y en la segunda de Dubai. Siempre jugó con gesto triste, perdida la frescura de la escalada hacia lo más alto. A cada derrota le siguió una nota a pie de página, un recordatorio a modo de triste lápida: "Puedo llorar como Roger, pero no jugar como él". Perdió ante Federer la final de Australia y, desde entonces, duda.

Murray vive una crisis de éxito. Djokovic, de desconfianza. El serbio ganó el Abierto de Australia en 2008 y se sintió llamado a gobernar el tenis. Desde entonces juega una barbaridad de partidos al año, está encogido al saque, no cuenta ninguna final grande y sí cambios de entrenador (Todd Martin), rutinas (contrató a Gebhard Phil-Gritsch, el ex preparador físico del austriaco Tomas Muster) e intereses: tiene su propio torneo (Belgrado) y lo mismo le ofrecen encarnar a Aleksandar Karadjordjevic, rey de Serbia, que grabar una canción de hip-hop con el croata Ivo Karlovic.

"La vida sigue. Tendré que intentar compensar estas derrotas en la tierra batida", resume. Apunta en el horizonte la gira de arcilla. Cualquier día, cuanto más importante el torneo más probable, Federer, Djokovic o Murray se plantarán en las rondas decisivas. Vista sus trayectoria, una cosa es sabida: si Nadal no está con ellos, alguien habrá vencido un partido extremadamente duro.

Rafael Nadal celebra su victoria sobre David Ferrer en los octavos de final del torneo de Miami.
Rafael Nadal celebra su victoria sobre David Ferrer en los octavos de final del torneo de Miami.REUTERS

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