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ANÁLISIS
Columna
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Valencia, la deuda y el "zarpazo"

El presupuesto del Ayuntamiento de Valencia, la segunda ciudad más endeudada de España, ha experimentado en 2010 un descenso del 3,8%, al pasar de 799,3 millones de euros en 2009 a 769,1 millones. La alcaldesa, Rita Barberá, del PP, atribuyó enseguida esa reducción al "tremendo zarpazo de Zapatero a los ingresos municipales" por la menor aportación de la Administración central, que interpretó públicamente como una discriminación arbitraria y una "tropelía". La portavoz de la oposición, la socialista Carmen Alborch, recordó, a su vez, que el altísimo endeudamiento limita la capacidad de gasto en momentos de crisis como los actuales e insistió en que el PP "hace trampas" al excluir la Empresa Municipal de Transportes (EMT) para cuantificar una deuda que, aun así, supera los 800 millones de euros y alcanza un ratio del 103%.

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El hecho es que los ingresos del Estado bajan de 320 millones en 2009 a 263 millones en las cuentas de Valencia para este año, como consecuencia del nuevo escenario económico, mientras se reducen los ingresos por impuestos indirectos un 12,2% y por tasas un 3,3% y se mantienen los impuestos directos gracias a la revisión catastral reflejada en el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI).

"Todavía no ha llegado lo peor", comenta el concejal socialista Juan Ferrer, buen conocedor de las cuentas municipales. Ferrer apunta que las entregas a cuenta de los tributos del Estado del ejercicio anterior y de este arrojarán saldos negativos para el Ayuntamiento cuando llegue el momento de la liquidación definitiva, en 2011 y 2012, lo que complicará más las cosas.

"El Ayuntamiento de Valencia vive desde hace tiempo por encima de sus posibilidades", asegura Ferrer, "ya que el gasto es estructuralmente mayor que los ingresos. Ha ido tirando de deuda, pero la cosa se ha complicado al perder el crédito comercial".

El crédito comercial al que se refiere el concejal socialista era el que hacía posible mantener un nivel alto de morosidad con las empresas contratistas y los proveedores, que incluso obtenían rendimientos por los intereses de demora. La crisis financiera echó por tierra esa posibilidad y el Ayuntamiento que preside Barberá tuvo que sacar recursos de programas no iniciados y de flecos de tesorería para liquidar en 2009 unos 139 millones de euros en facturas guardadas en los cajones, una operación que será imposible repetir en mucho tiempo.

Con un límite de contratación de nueva deuda de 48 millones de euros este año, una buena parte de las inversiones del Ayuntamiento de Valencia se han salvado gracias a la primera y la segunda edición del Plan Estatal de Inversión Local, más conocido como Plan E. Mientras los gastos de personal, con una plantilla de cerca de 6.000 empleados, han crecido de 204 millones de euros en 2005 a 257,7 millones en 2010, aunque este último ejercicio apenas suben en relación con el año anterior, las dificultades para hacer frente al gasto corriente se reflejan en dos datos. Por una parte, la partida de la contrata de recogida de basuras, que no llegó a cubrir el año pasado los tres últimos meses del ejercicio, ha pasado de 70 millones de euros a 65,5 millones. Por otra, el Ayuntamiento de Valencia destinó en enero 2,22 millones de euros a pagar todavía el recibo de suministro eléctrico del alumbrado público, las dependencias municipales y los centros educativos de la ciudad correspondiente a los meses de mayo a septiembre del año pasado.

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