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Merkel presiona a Turquía para que apoye las sanciones contra Irán

La canciller alemana ofrece a Ankara una "asociación privilegiada" con la UE

La canciller alemana, Angela Merkel, instó ayer al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, a que se sume a las presiones de la ONU sobre Irán para que ceje en su programa nuclear, apoyando, llegado el caso, la imposición de nuevas sanciones. Merkel hizo la petición en su primer día de visita oficial a Turquía, pero se encontró con la reticencia de Erdogan. En la rueda de prensa conjunta, el primer ministro aludió a la "vieja amistad" entre Turquía e Irán y apostó por una "vía diplomática" para negociar con Teherán sobre su programa atómico.

Turquía se sienta hasta finales de 2010 en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como miembro temporal electo. Erdogan dijo que su país aún no ha decidido cuál será su voto ante una resolución de castigo al régimen iraní, pero afirmó que "las sanciones no son la solución adecuada". "Turquía comparte 380 kilómetros de frontera con Irán, y es un importante socio, especialmente en materia de energía", recordó. Se dijo el primer ministro turco contrario a la presencia de armas atómicas en Oriente Próximo, pero, en probable referencia a Israel, recordó que la región ya cuenta con potencias nucleares "que no han sido sancionadas".

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Un acuerdo necesario

Hubo más desacuerdos en la cortés rueda de prensa. Merkel insistió en su escepticismo respecto a una pronta entrada de Turquía en la Unión Europea y reconoció que la propuesta alemana de una "asociación privilegiada" de Turquía con la UE "no goza aquí de buena reputación". Erdogan había rechazado días antes el ofrecimiento, a su juicio un "cambio de las reglas en mitad del partido", en referencia a las largas negociaciones entre turcos y europeos para la admisión de Ankara en la UE. Merkel relativizó esta espera negando que pueda compararse la actual Unión Europea a la Comunidad Económica con la que Turquía solicitó asociarse hace 50 años, y recordó a Erdogan que, de todos modos, quedan por resolver "diversas cuestiones", entre ellas el contencioso entre Chipre y Turquía. La Unión Europea pide a Turquía que abra sus puertos y aeropuertos al tráfico procedente de Chipre, en cumplimiento del Protocolo de Ankara de 2005.

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Esta posición de Merkel ante Turquía coincide con la de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU). No obstante, en consonancia con la posición de su Gobierno junto a los liberales del FDP, la canciller aseguró también que el resultado del proceso de admisión turco en la UE "sigue abierto". Los pactos, dijo usando una expresión latina, hay que cumplirlos. El FDP, liderado por el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, es partidario de dar a Turquía una perspectiva sólida de ingreso en la Unión Europea.

El viaje de Merkel se vio precedido por duras críticas del Gobierno turco. En una entrevista al semanario alemán Der Spiegel, Erdogan aseguraba que "a ningún país se le ha impuesto" un proceso de admisión a la UE tan largo como a Turquía. Durante el fin de semana, el primer ministro se refirió además a un "odio contra Turquía", puesto a su juicio en evidencia por la negativa alemana a abrir colegios turcos en el país. Merkel atajó ayer estas críticas proponiendo la "ampliación" de los modelos educativos que ya permiten una enseñanza bilingüe en turco y alemán. Según el Ministerio de Exteriores, 2,5 millones de habitantes de Alemania son de ascendencia turca, y de ellos 700.000 tienen pasaporte alemán. Hace dos años, Erdogan causó una fuerte polémica durante una visita a Alemania en la que emplazó a los turcos a no dejarse asimilar. Ayer, Angela Merkel le respondió: "El objetivo del Gobierno alemán no es asimilar a los ciudadanos turcos, sino integrarlos".

Recep Tayyip Erdogan y Angela Merkel pasan revista a la guardia de honor en Ankara.
Recep Tayyip Erdogan y Angela Merkel pasan revista a la guardia de honor en Ankara.REUTERS

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