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Reportaje:30 años de la reapertura del Parlament

Mayoría de izquierda, gobierno de centro derecha

Una exposición del Memorial Democrático rememora las elecciones de 1980 al Parlament, que pusieron en marcha la autonomía de Cataluña y lanzaron el liderazgo de Pujol

Enric Company

Lecciones de la historia: las elecciones del 20 de marzo de 1980, convocadas para constituir el primer Parlamento de Cataluña después de la larga dictadura franquista, se convirtieron en la práctica en unas elecciones presidenciales. Y, paradojas de la política, con ellas se formó una Cámara parlamentaria con una clara mayoría de izquierdas, de la que sin embargo surgieron un presidente y un Gobierno del centro derecha nacionalista. El presidente fue Jordi Pujol y el Gobierno lo formó la coalición que él encabezaba, Convergència i Unió (CiU).

El Memorial Democrático inaugura hoy en su nueva sede de Via Laietana, 69, una interesante exposición en la que pueden contemplarse numerosos carteles, fotografías, audiovisuales y cuadros explicativos de unas elecciones que significaron nada menos que la puesta en marcha de la autonomía de Cataluña.

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En aquel momento nadie dudó que la izquierda había perdido las elecciones y que Pujol y CiU las habían ganado, aunque estaban lejos de la mayoría absoluta y en aquel Parlamento había por lo menos tres posibles mayorías de gobierno y una de ellas era la de las tres fuerzas de izquierdas si entre ellas se incluía a la Esquerra Republicana (ERC) dirigida por Heribert Barrera. Nadie creyó entonces que fuera excesivamente paradójico ni contradictorio tener un gobierno de centro derecha en un Parlamento de izquierdas.

CiU había ganado porque obtuvo el 27,8% de los votos y 43 escaños, frente al 22,4% y los 33 escaños del segundo partido, el socialista, encabezado por Joan Raventós. Lo que se impuso, en la interpretación y en la práctica, es que la izquierda estaba formada por los partidos marxistas, es decir, el socialista y el comunista, y la derecha por todos los demás, incluida ERC, una formación que cabía definir como de izquierda liberal. Los socialistas del PSC y los comunistas del PSUC sumaban sólo 58 escaños y quedaban a 10 de los 68 que foman la mayoría absoluta.

El PSC y el PSUC se consideraron perdedores porque en las dos elecciones a Cortes celebradas anteriormente, en 1977 y 1979, se habían bastado para sumar mayoría. Y estaban convencidos de que iban a lograrla de nuevo en las primeras elecciones autonómicas. Asumieron que habían perdido porque aunque la suma de socialistas, comunistas y republicanos superaba ampliamente la mayoría absoluta (72 escaños en una Cámara de 135), nadie dudaba en aquel momento que Barrera y su ERC jamás se sumarían a los comunistas para formar una mayoría parlamentaria de gobierno. Hasta tal extremo era conocida y generalmente asumida esta situación que al día siguiente de las elecciones, la prensa de orientación progresista no se permitió ningún disimulo. El título de Diario de Barcelona fue 'Ganó la derecha', el de Tele/eXprés fue 'Cae la mayoría de izquierdas' y el de Mundo Diario fue 'Triunfó Pujol'.

El otro factor que se impuso desde el primer momento fue que nadie se atrevió a discutir el carácter presidencialista que las elecciones habían tomado ni a plantear a Pujol la batalla poselectoral para la presidencia de la Generalitat y la consiguiente formación de gobierno. Raventós rechazó situar al PSC como aliado segundón de CiU, a pesar de que Pujol se lo ofreció. Y ni siquiera quiso considerar una de las hipótesis posibles, la de intentar una mayoría con CiU, el PSC y ERC con un presidente socialista, puesto que el PSC y ERC habrían aportado 47 de los 90 escaños que la hubieran integrado.

Lo que se impuso fue la formación de un Gobierno monocolor de CiU con Pujol de presidente sostenido por una mayoría compuesta por sus propios 43 diputados, los 18 de Centristes de Catalunya-Unión de Centro Democrático, el partido de Adolfo Suárez dirigido por Anton Cañellas en Cataluña, y los 14 de ERC. Parecía inicialmente una mayoría contradictoria, pero lo cierto es que no tuvo dificultades para completar la legislatura ni para superar la moción de censura que en 1982 le presentó en el Parlament el cabeza de cartel del PSUC, Josep Benet.

A 30 años vista, es lógico preguntarse por las razones que llevaron a ERC a integrarse antes en una mayoría con la derecha ex franquista de CC-UCD que con los comunistas del PSUC que habían batallado como el primero para conseguir la democracia, con los que sí había compartido gobiernos durante la Segunda República y el Gobierno de unidad de la Generalitat provisional presidido entre 1978 y 1980 por Josep Tarradellas. Barrera aplicó en 1980 el esquema político e ideológico propio de la guerra fría, de la división del mundo en dos bloques enfrentados, el formado en torno al comunismo soviético y el occidental hegemonizado por Estados Unidos. Uno de los axiomas de aquel esquema era la exclusión de los comunistas de los gobiernos democráticos del bloque occidental. Lo habían aplicado durante décadas los socialistas en Italia, por ejemplo. Se había aplicado en Francia después del primer Gobierno de unidad formado tras la II Guerra Mundial. Quienes conocían a Barrera, y Pujol se contaba entre ellos, no dudaban de que este sería el criterio que lo guiaría. Obtuvo un premio: la presidencia del Parlament, y un castigo: su partido sufrió la escisión del ala izquierda encabezada por Joan Casanellas y en las siguientes elecciones ERC cayó del 8,9% al 4,4% de los votos, y perdió nueve de los 14 escaños de 1980.

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