Obama aplaza su viaje a Asia para dar el impulso final a la reforma sanitaria
Estados Unidos vive horas de tensión ante la votación prevista para el domingo
La postergación hasta junio del viaje que Barack Obama tenía previsto iniciar el domingo a Indonesia y Australia fue ayer el último indicador de las horas dramáticas que Estados Unidos vivirá en un fin de semana decisivo para la reforma sanitaria.
La ley ya está redactada. La Oficina de Presupuesto del Congreso, un órgano independiente, ya ha emitido su veredicto sobre la propuesta: dará cobertura a 32 millones de personas sin seguro y recortará el déficit nacional en 138.000 millones de dólares en 10 años. Ya casi están también todos los votos necesarios para su aprobación el domingo. Faltan cinco, según los cálculos de los medios de comunicación. La temperatura política aumenta en Washington a medida que se aproxima el gran día. ¡Tantas cosas dependen de la aprobación de esta ley! ¡Tanto se juegan Barack Obama y el país en esta apuesta!
La propuesta recortará el déficit nacional en 138.000 millones de dólares
Son momentos que entrarán en la historia. El largo y duro debate sobre la reforma sanitaria, que ha consumido las energías del presidente y enfrentado a la nación durante todo un año, está a punto de concluir. Todo indica que culminará con la aprobación de la ley, pero no hay todavía garantías de que así sea. Obama y los líderes demócratas del Congreso van a tener que estar hasta el último minuto -la votación se prevé para el mediodía en la Cámara de Representantes- buscando los votos que se requieren para alcanzar la mayoría: 216.
La Casa Blanca decidió retrasar el viaje de Obama a Indonesia y Australia con la intención de que el presidente esté en Washington en el momento culminante de la votación y en los importantes días que seguirán. No es una medida insignificante. El condicionamiento de la política exterior del presidente de Estados Unidos -en este caso se trata del mayor país musulmán del mundo y de uno de los aliados vitales para la seguridad en Asia- a la agenda doméstica es un asunto que no pasará inadvertido ni a los amigos ni a los enemigos de Washington. "El presidente está decepcionado por este retraso", admitió el portavoz, Robert Gibbs.
Todavía quedan dudas también sobre el procedimiento final que se utilizará para aprobar la legislación sobre la sanidad. Es un asunto importante puesto que de la transparencia del proceso dependerá en parte el tono crítico que utilice la oposición. Ya está asegurado, en todo caso, que los demócratas tendrán que sacar adelante la iniciativa sin un solo voto del Partido Republicano, que ha rechazado desde el principio cualquier posibilidad de conseguir un texto de consenso y que ha prometido seguir oponiéndose hasta el final, quizá con alguna reclamación sobre la constitucionalidad de la ley. "Haremos todo lo que esté en nuestras manos para intentar que esta ley no pase nunca, jamás", declaró ayer el líder republicano en la Cámara de Representantes, John Boehner.
El procedimiento más probable para que la ley pueda ser aprobada pese al obstáculo que representó en su día la derrota en las elecciones parciales de Massachusetts -la pérdida de los 60 escaños que se requieren en el Senado- es el siguiente: la Cámara de Representantes votará ahora el mismo texto que fue aprobado por el Senado antes de las elecciones de Massachusetts. De esa manera, no hay necesidad de reconciliar diferentes redacciones y el proyecto se convierte automáticamente en ley. Al mismo tiempo, el Senado se compromete a aceptar las modificaciones que los miembros de la Cámara quieren introducir en la ley y a aprobarlas inmediatamente por mayoría simple, es decir, con más de 50 votos.
Es un proceso complejo que ha exigido negociaciones arduas y ha retrasado el final más de lo que Obama hubiera deseado. Pero la Casa Blanca confía en que, una vez que la reforma sanitaria sea una realidad, la polémica sobre el procedimiento se olvidará, las ventajas de la reforma se impondrán sobre las dudas y el presidente recuperará toda la credibilidad perdida.
"Ésta es una reforma que, entre otras virtudes, permitirá controlar la actividad de las compañías de seguros y traerá mayor tranquilidad económica a todos los norteamericanos", declaró Obama el miércoles en una entrevista a la cadena Fox, dirigiéndose precisamente al público más hostil a la ley.
Más impacto que las palabras del presidente pueden tener los datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso, que actúa como árbitro imparcial en estos asuntos. Su análisis de la reforma no sólo confirma que esta ley permitirá una cobertura sanitaria prácticamente universal, sino que asegura que actuará favorablemente contra el déficit, permitiendo una reducción, de acuerdo con las proyecciones actuales, de hasta 1,2 billones de dólares en las dos próximas décadas.
La revolución del sistema de salud
- Hacia la cobertura universal. El nuevo sistema de salud garantizará cobertura sanitaria a 32 de los 46 millones de personas que
no tienen seguro médico
en Estados Unidos.
- Gana el Senado. El texto que votará la Cámara de Representantes es la última versión aprobada por el Senado en diciembre. Se
evita así la conciliación entre diferentes redacciones y el proyecto se convierte automáticamente en ley. El Senado, por su parte, se compromete a aceptar y aprobar por mayoría simple
las modificaciones que los miembros de la Cámara quieren introducir.
- Recorte de costes. La reforma en la versión del Senado prevé un coste de 871.000 millones a lo largo
de 10 años, contra 1.052.000 millones previstos en el texto aprobado por la Cámara de Representantes en noviembre.
- Reducción del déficit. Según los datos de la Oficina de Presupuestos del Congreso, la reforma permitirá reducir el déficit en hasta 1,2 billones de dólares en las próximas dos décadas. En los próximos 10 años, el recorte previsto es de 138.000 millones de dólares.
- Los fallos del sistema actual. Las empresas garantizan la atención médica a más de la mitad de los cidadanos, mientras el 5% recurre a aseguradoras privadas. Pero las cuotas de los seguros de empresa han crecido cuatro veces más deprisa que los salarios.
Para el Estado el gasto sanitario en 2008 fue de 2,38 billones de dólares, equivalente al 19%
del PIB, el doble de la media de los países de la OCDE.
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