"Tenemos valores que nos alejan del totalitarismo"

"El Occidente ha impuesto la lógica del presente y la urgencia del tiempo al resto del mundo". El filósofo francés Gilles Lipovetsky ofreció ayer una conferencia en Vitoria, poco antes de que se publique en España su último libro, El Occidente mundializado. Lipovetsky, teórico de la hipermodernidad y analista del consumo y del fenómeno de la moda, participaba en las actividades del Artium con motivo de la exposición El tiempo que venga.

"El Occidente no es el centro del mundo, aunque ha exportado cinco estructuras fundamentales: el capitalismo, la sociedad de bienestar y consumo, la tecnociencia, la lógica de los medios de comunicación y del ciberespacio, y el individualismo", comentaba Lipovetsky una hora antes de la conferencia. "Incluso en Irán, observamos cómo las mujeres tienen índices de fecundidad similares a Francia; o la pasión por las armas nucleares de países abiertamente anti-occidentales".

Lipovetsky ha estudiado la sociedad contemporánea, que considera que vive en la paradoja continua. "No estoy de acuerdo con quienes afirman que vivimos sólo en el presente. Vivimos en el presente, pero mirando al futuro y al pasado de continuo", afirma.

Y, rápidamente, mientras gesticula con pasión, comienza a poner ejemplos. "Se dice que somos una sociedad del carpe diem, de disfrutar el instante, pero al mismo tiempo es una sociedad medicalizada, en la que los consumidores están preocupados por lo que comen o por el sol que toman, pensando en su salud futura". Sin olvidar, la ecología, "¿Cómo se explica, si no, el interés por el cambio climático o el calentamiento global, fenómenos que sucederán hasta dentro de cien años?", se pregunta.

Y en cuanto al pasado, ahí está la devoción por los museos, el patrimonio, la rehabilitación de las ciudades. "En esta sociedad hipermodernizada se intenta reafirmar la identidad recuperando valores tradicionales", resume el autor de La era del vacío o El imperio de lo efímero. En este sentido, las reacciones del fundamentalismo islámico son buena prueba de esa paradoja: "Hay que rechazar a Occidente mientras al mismo tiempo absorbemos todas sus prácticas, parece que se dicen los terroristas de la yihad".

Desde sus comienzos, su sistema parte de estas contradicciones, "que nos permiten cierto optimismo con respecto al futuro". Para Lipovetsky, la crisis no es tan grave, hay un cierto margen de maniobra. "El juego no ha terminado, no sabemos quién va a ganar, pero tenemos una serie de valores que permiten alejarnos del totalitarismo político, como la libertad, la igualdad, la solidaridad, no creo que vayamos a una sociedad nihilista". Eso sí, reconoce, con ejemplos muy gráficos, que el orden tradicional ha desaparecido. "Simplemente, el hecho de las comunicaciones entre las personas: hace cuarenta años, estabas esperando durante una semana la llegada de la carta de tu amante, ahora si no entra el correo electrónico al primer momento, te enfadas con el ordenador y quieres destrozarlo".

La consideración del tiempo es importante para el autor de La sociedad de la decepción: "Desde los brokers de bolsa, hiperconectados a Sanghai, Wall Street o Londres, hasta los parados que invaden las ciudades occidentales, sin nada que hacer: ya no somos una sociedad tradicional con el tiempo organizado. Nos hemos convertido en seres impacientes", concluye.