Tecnocapitalismo
El buen uso de la tecnología sigue siendo la clave del futuro de la vida humana en el planeta. Sin embargo, desde hace siglos la rentabilidad capitalista ha impuesto la tecnología aplicada como medida de todo. Por ello, la alternativa radica en su utilización responsable y socializada; en recuperar y continuar las tradiciones que entienden la modernidad como promesa de liberación e igualdad, tal como han sido las construcciones de Konrad Wachsmann y João Filgueiras Lima Lelé o como plantea el pensamiento activista de Vandana Shiva y Rosi Braidotti.
Lamentablemente, lo que hoy hay detrás de muchas de las presuntas arquitecturas avanzadas es la primacía del saber científico-técnico por encima de lo social-artístico. En La ciudad del futuro que publicaba el Ciberpaís del 28 de enero sigue dominando la idea impositiva y deshumanizadora de una tecnología que se pretende autónoma e igual en cualquier lugar, cuando cada sociedad es distinta. Por mucho que se diga, estas arquitecturas verticales no son sostenibles, y estas ciudades no son inteligentes, sino urbanizaciones exclusivas. Por mucho que se argumente, lo que quieren es homogeneizar; su objetivo es implantar una nueva versión de la sociedad de la seguridad y el control; una nueva forma de tecnofascismo que cuele como vanguardia.
Estos proyectos empresariales no ponen en duda el dominio del negocio y del consumo, las exigencias de una movilidad insostenible, la urbanización de lo que queda de campo y de naturaleza, y un gasto energético suicida. Sus imágenes son las de unas sociedades elitistas, que marginan la pobreza que recorre el mundo. La tecnología se sigue pretendiendo imponer con criterios instrumentales por encima de los humanos y culturales y, aunque se presente con nuevas apariencias, aumentará la desigualdad y el riesgo. En el fondo del conocimiento instrumental de la tecnología hay siempre una voluntad de poder que, o se deja en manos de los que quieren dominar para aumentar su riqueza, o se exige que revierta en toda la sociedad para facilitar el acceso a la calidad de vida, vivienda digna y redes de infraestructuras.
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