Universo 'indie' en Valladolid
Estos días, la ciudad vibra con un festival pop. Bodegas 'underground', un edificio de Moneo y de fondo La Antigua y el Patio Herreriano. La ciudad se rebela contra la etiqueta tradicional
Las barras de Valladolid avisan: más de cien grupos de música, listos para actuar en cualquier momento, ensayan en los bajos de la ciudad. Bandas independientes que, siguiendo la estela que marcaron en los noventa Celtas Cortos, han tomado estos días los escenarios durante el festival Valladolindie (www.valladolindie.com; hasta hoy). Y esto es sólo una muestra de la efervescencia cultural de la capital de Castilla y León (entre 1601 y 1605 lo fue de España). Con una historia que tiene su reflejo en cada adoquín, palacete o iglesia, entre la solera vallisoletana asoman arte contemporáneo, vinotecas, gótico flamígero y pasión por las tapas.
10.00 'Brunch' entre libros
Las mañanas castellanas son gélidas por definición. Para entrar en calor, la librería de segunda mano La Leona (1) (Juan Mambrilla, 19) organiza un brunch al calor de una pequeña estufa y con más de 40.000 libros, desde cómics de El Víbora hasta una primera edición de Ocnos, de Luis Cernuda. Lo mejor es rebuscar y elegir un ejemplar para caminar hasta La Catedral del Churro (2) (Catedral, 3; abierto desde las 6.30). Más de un siglo de tradición churrera con vistas a la catedral de verdad. En la misma plaza queda la iglesia La Antigua, del siglo XI, con una torre románica que es emblema de la capital.
12.30 El Patio Herreriano
Todo vallisoletano es capaz de relatar una parte del pasado de la ciudad. Así, pueden hablar con soltura de la boda semisecreta de los Reyes Católicos en el Palacio de Vivero, de la muerte de Colón ocurrida en la capital en 1506 o de la singularidad del Patio Herreriano (3) (Jorge Guillén, 6; www.museopatioherreriano.org; entrada, 3 euros), el museo de arte español contemporáneo. Erigido sobre los restos del monasterio de San Benito, este espacio alberga obras de Tàpies, Oteiza o Saura; programa interesantes exposiciones temporales -como Transfigured Schönberg, de Dionisio González, hasta el 4 de abril-; invita a grafiteros a que pinten en directo, y organiza conciertos. En la bodega El Penicilino (4) (plaza de la Libertad), fundada en 1878, los modernos catan vinos de la zona, ecológicos incluidos.
14.00 Tapas vía 'bluetooth'
Detrás de la plaza Mayor (5) a los vinos se suma el aliciente de estar frente a la primera plaza regular con balconadas de España. Y con cada chato, una tapa. Revuelto de boletus en La Criolla - (6) (Calixto Fernández de la Torre, 2), arroz zamorana en Vino Tinto (7) (Campanas, 3) o brochela saljamón en La Cárcava (8) (Cascajares, s/n). La variedad de bares es tal que la oficina de turismo (www.valladolidturismo.com) traza una ruta que se descarga al móvil vía bluetooth.
16.00 Woody Allen, en el Calderón
Para evitar caer en el sueño de Baco, nada como un paseo por el Campo Grande (9) un triángulo verde de inspiración romántica en medio de la urbe. Como hizo Woody Allen en 2008, hay que pasar por delante del teatro Calderón (10) (Angustias, 1). En un callejón cercano aparece La Parada de los Cómics - (Sierpe, 1). La visita continúa en el extraordinario Museo Nacional de Escultura (11) (Cadenas de San Gregorio, 2; museosangregorio.mcu.es; 3 euros), cuya colección incluye obras maestras de Gregorio Fernández, Berruguete y Juan de Juni, y se presenta al público de forma admirable tras la remodelación de los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano.
18.00 Arquitectura a pedales
Para no perder el ritmo hay que acercarse a Charly Blues (paseo de Zorrilla, 8) y hacerse con alguno de los vinilos que venden por un par de euros. O si no por Raza (Juan Agapito y Revilla, 11; www.razarecords.com), paraíso del electro, house, techno y minimal que además da cursos de dj. Con la banda sonora bajo el brazo, es el momento de la bici. El servicio público Vallabici (Turismo de Valladolid. Acera de Recoletos, s/n; 983 21 93 10; de 10.00 a 14.00 y de 15.00 a 19.00) permite pedalear la ciudad durante cuatro horas de manera gratuita. Así se llega fácilmente a la zona del Palero. Junto al río, el Museo de la Ciencia (12), proyectado por Rafael Moneo, Enrique de Teresa y Juan José Echeverría. Más adelante, las Cortes de Castilla y León (13), proyecto del granadino Ramón Fernández Alonso. Como colofón, el Auditorio Miguel Delibes (14), de Ricardo Bofill. Aunque no sea verano, al volver al centro hay que pasar por la playa del Pisuerga. Muy cerca queda la plaza del Viejo Coso, plaza de toros reconvertida en 1980 en una original corrala de viviendas. Y para acabar, hierro del siglo XIX inspirado en Les Halles de París: el Mercado del Val (15) (Francisco Zarandona, s/n).
20.00 Placeres culpables
La ventana plateresca del palacio Pimentel (16) (Angustias, 44), el que vio nacer a Felipe II, sugiere misteriosas sombras y leyendas. En su zaguán se relata la historia de la ciudad en una colección de azulejos traídos de Talavera (visitable de 8.00 a 15.00). Frente al palacete impresiona la fachada de San Pablo, gótico flamígero. Antes de cruzar el Pasaje Gutiérrez - (17) galería cubierta de estilo parisiense que disfrutó de tiempos mejores, Guilty Plesaures (Núñez de Arce, 4) es el rincón para los amantes del diseño alternativo, con placeres como los corsés de Revue Vintage (www.revuevintage.com), diseñados por la emergente y vallisoletana Penélope Almendros. Otra parada para la moda: Poppy Factory (Juan Mambrilla, 2).
21.30 El bar de los Celtas
Para no volver a caer en la tentación de las tapas, la torre del Museo de la Ciencia esconde el restaurante Ramiro's (983 27 68 98; unos 70 euros), que tienta con gazpacho servido con nitrógeno líquido, gominolas de pimentón o tortilla emulsionada. En el centro triunfa el plan económico y ecológico de El Berenjenal (18) (Duque de Lerma, 2; 983 21 05 45; 20 euros). Tras la cena, el primer mojito se toma en el mítico El Largo Adiós (19) (calle de Arribas, 2), cafetín político que fue tiroteado por ultraderechistas en los ochenta. La marcha continúa en La Española Cuando Besa (20) (Arribas, 6) un establecimiento del siglo XV reconvertido en uno de los mejores (y más bonitos) locales de la ciudad. Los melómanos disfrutarán del Tío Molonio (21) (Alamillos, 9) no sólo porque pertenecía a los Celtas Cortos, sino porque programan grupos en directo. Abundan los bares para dejarse llevar hasta el amanecer, y Berlanga (Guadamacileros, 9) o Berlín (Arribas, 3) son idóneos para ello. Para un plan discotequero: Bagur (Pasión, 13; http://www.revuevintage.com) o el ambiente gay de 1900 (Alarcón, 3). Acabada la fiesta, un café, churros y vuelta a empezar.
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