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Guerra Garrido reta al mundo onírico en su último libro

'Quien sueña novela' oscila "entre lo barroco y lo escueto"

Raúl Guerra Garrido (Madrid, 1935) cuenta que le ha resultado más fácil escribir su último libro, Quien sueña novela, que ahora describirlo cuando le preguntan sobre él. Quizás sea porque los sueños, el hilo conductor de su novela, resultan difíciles de explicar. El autor, que ganó con esta obra la undécima edición del Premio de Novela Fernando Quiñones, en el que resultó finalista Noemí G. Sabugal con El asesinato de Sócrates, presentó ayer en Madrid su libro, publicado por Alianza Editorial. "Recibo el premio con los brazos abiertos, con amigos y en casa", explicó el escritor, galardonado con el Premio Nadal (1977) y el Premio Nacional de las Letras (2006).

Guerra Garrido sitúa la historia en Madrid, donde traza un recorrido de un día entre figuras oníricas y relatos en un intento de dar una vuelta de tuerca más a la utilización de los sueños como elemento narrativo. "El sueño en sí es una narración perfecta. Tú eres el que actúas, el intérprete, pero verdaderamente, ¿quién es el autor?", se plantea el escritor. "El mundo onírico como último reducto de la sinceridad, la integridad", aclara.

El protagonista de Quien sueña novela emprende un viaje, solo, sin familia ni amigos, con el único desafío de llegar a una cita ineludible y enigmática, "como decía Machado, ligero de equipaje". Durante ese recorrido, el escritor madrileño, pero con el corazón en el Bierzo, va intercalando su mundo onírico. Tan ligero de equipaje va que ha eliminado más texto que en ninguna otra novela suya. "Durante los dos años que me ha llevado escribirla he ido quitando mucho material acumulado para lograr una estructura entre lo barroco y escueto, entre el sueño y la realidad", relataba ayer tarde por teléfono a EL PAÍS.

Guerra Garrido recupera pequeños detalles de obras anteriores, como Castilla en canal, El cuaderno secreto, La Gran Vía es New York y también rescata dos relatos -Con tortura y Corto viaje hacia la muerte-, que le llevan a Euskadi, donde vive y ha sufrido ataques del entorno de ETA.

El escritor se sentía ayer de fiesta en Madrid, más cerca del Bierzo, que rememoró en El otoño siempre hiere y de su mítico mojón que marca el kilómetro 400 de la N-VI, al que tantas referencias hace en su literatura y tan próximo a su infancia en Cacabelos.

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