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Columna
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El hecho diferencial

"El hecho diferencial de Madrid es no tener hecho diferencial". Se lo dijo el alcalde de Madrid a su homólogo de Barcelona a bordo del AVE que une las dos ciudades y su declaración ha servido para tranquilizar los ánimos y serenar las conciencias de muchos madrileños acomplejados por la carencia de este elemento de cohesión interna que permite a los ciudadanos de una comunidad sentirse superiores a sus vecinos y reclamar privilegios y beneficios para ellos solos.

Sin hecho diferencial no puede conseguirse un Estatut ni nada que se le parezca y hay que marchar por el mundo con la cabeza baja y el ánimo contrito. Hasta que la balsámica declaración de Ruiz-Gallardón a Hereu no se hizo pública andábamos los madrileños desorientados, inquietos, a la busca de unas señas de identidad que no aparecían por ninguna parte pero que debían estar en algún sitio, más allá de la Verbena de la Paloma y de los sainetes de Arniches. La afirmación negativa, la paradoja filosófica del alcalde despejó el horizonte; los madrileños somos porque no somos, quizás más globales que diferenciales. Nueva York tampoco tiene hecho diferencial, no existe una lengua neoyorquina, ni un folclore específico, en Nueva York no hay grupos de danzas autóctonas para recibir a los turistas, todo lo que tiene Nueva York vino de fuera y lo mismo puede decirse del resto de los Estados Unidos desde que los emigrantes europeos exterminaron el hecho diferencial de los pieles rojas y encerraron a los supervivientes en reservas y les corrompieron con el agua de fuego, los casinos y los parques temáticos.

Los españolistas madrileños pertenecen a una casta irredenta y belicosa

No haber tenido hasta ahora un hecho diferencial propio tenía sus inconvenientes y sus peligros. El más evidente y recurrente era la identificación fraudulenta del HD (abreviemos) madrileño con el HD español. Los españolistas madrileños pertenecen a una casta irredenta y belicosa, siempre dispuesta para la gresca y la confrontación como celosos guardianes de las fronteras y de las esencias de la patria, una, grande e indivisible. Los españolistas madrileños forman la cadena del HD nacional con férreos eslabones: Viriato, el Cid Campeador, los Reyes Católicos y Agustina de Aragón. Con esos mimbres el HD español queda hecho un adefesio anacrónico y espeluznante, pero es que para conseguir un HD renovado y digitalizado tienen que pasar siglos, y el ex presidente Aznar y Belén Esteban no están a la altura del Panteón de Ilustres, sino del museo de figuras de cera, donde ya se sabe lo que les pasa a los figurones que dejan de figurar y que deberían llamarse desde ahora marichalares. Marichalar: dícese de la persona, animal o cosa que, tras servir como complemento decorativo y representativo en determinadas funciones, es luego desechado y condenado al ostracismo y el olvido en muy poco tiempo.

En su relajada conversación ferroviaria Hereu y Gallardón hablaron también de anticatalanismo, enfermedad pueril que suele hacerse fuerte en las vísceras del españolismo y que en Madrid se cultiva en reducidos e irreductibles círculos cavernícolas. Hacer anticatalanismo en Madrid o en cualquier otro sitio es una gilipollez, y perdonen el madrileñismo, pues, según recoge Camilo José Cela en un diccionario que se adivina imprescindible, además de llamárseles gatos a los habitantes de la Villa y Corte se les llamaba también gilipollas por el uso abusivo que hacían de tan denigrante vocablo. Hacer anticatalanismo es de gilipollas, vengan de donde vengan y residan donde residan. En eso, y en casi todo lo demás, estaban de acuerdo los dos alcaldes después de haber desayunado en el mercado barcelonés de La Boquería, pilar excelso del HD barcelonés que resiste incólume sin que nadie hasta ahora se haya atrevido a rediseñarlo.

Rastrear los orígenes del HD madrileño es otra gilipollez, no existe y por eso existe, pero aún sería una gilipollez mayor buscar el HD comunitario, que sería una especie de híbrido entre agricultor manchego y ganadero segoviano; poco tienen que ver los pueblos de la sierra madrileña con los de la llanura, los del sur con los del norte. Otro elemento básico del HD madrileño es la fiesta de los toros; la Comunidad madrileña, leí hace tiempo, es la que organiza el mayor número de festejos taurinos al año, por eso sacó hace unos días el capote, capote de humo, la presidenta madrileña, aficionada a la fiesta nacional. Los toros, los toreros y los ganaderos son un hecho cultural, del toro se aprovecha todo, hasta los votos, de ahí esta larga cambiada de la diestra Esperanza.

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