"Decidí huir cuando amenazaron a mi mamá"

Lleva dos años en España. El primero, en un programa de acogida de defensores de los derechos humanos amenazados de Amnistía Internacional. El se-gundo, haciendo trabajos esporádicos en lo que puede. Politóloga, de 29 años, la carrera y la vida de Laura Bonilla quedó truncada a principios de 2008, cuando comprendió que para salvar su vida y la de su familia sólo había una opción: abandonar Colombia.

Pregunta. ¿Por qué tuvo que huir de su país?

Respuesta. Yo trabajaba desde 2005 en la corporación Arco Iris [una ONG] y trabajábamos en los resultados de los acuerdos de desmovilización entre el Gobierno y las AUC [Autodefensas Unidas de Colombia, grupo paramilitar de extrema derecha]. Empezamos a descubrir cosas raras, resultados electorales increíbles y, finalmente, pruebas innegables de connivencia entre los paramilitares y los poderes del Estado. La fiscalía nos avisó de que había una orden de asesinato contra mí y otros dos compañeros. Empecé a recibir amenazas y el Gobierno me puso coche y dos escoltas. Tuve que cambiar de hábitos y de todo. Vivía desesperada, pero lo que me decidió a huir fue que empezaran a llamar a mi mamá. Mi jefe huyó por un tiempo y me advirtió: no suelen ir a la cabeza, que soy yo, ni a los pies, sino al ombligo. Y tú eres el ombligo. Ten cuidado.

P. ¿No ha podido volver desde entonces a Colombia?

R. No. Nunca. Y no encuentro trabajo. Además, acabado el primer año de acogida con Amnistía pedí asilo. Me gusta España, pero me encantaría regresar y recuperar mi trabajo.

P. ¿Cómo funciona el programa de Amnistía que le acogió?

R. Te facilitan la estancia en otro país y te dan un sueldo. Dura un año. La ventaja de AI es que es una organización internacional que trabaja por los derechos humanos en todos los países y que ataca por igual a los Gobiernos que los vulneran, cualquiera que sea su color político.

P. ¿Siente usted también que la persecución contra los defensores de los derechos humanos se ha redoblado?

R. Sí. Sin duda. Quizá no haya tantos homicidios, pero sí más amenazas y sistemas más sofisticados para amedrentarnos.