_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nada que celebrar

Hemos analizado desde muchos ángulos las razones del fracaso de la anterior Xunta, pero quizá la razón última fuese la debilidad del liderazgo, en sus respectivos partidos, de Touriño y de Quintana. Con independencia de errores y aciertos en la gobernación, ninguno de los dos lideraba un partido unido en un proyecto. No habían ganado la batalla del liderazgo interno previa a gobernar.

Así pues, al hacer balance del primer año de la nueva administración de la Xunta, lo que realmente se somete a examen es al presidente. Hace dos años, estando en la oposición tras ser vicepresidente con Fraga, cualquiera podía hacer cábalas sobre qué presidente de la Xunta daría Alberto Núñez Feijóo. Hoy ya sólo cabe constatar el que ha sido, el que es. Un presidente al que no se le debe dar aprobado en el examen de su gestión: su gobernación merece un suspenso. Su administración se dedicó desde el comienzo a desmantelar todo lo que había levantado la anterior y en algunos casos las administraciones anteriores de su propio partido. Es una Xunta desmanteladora, desprotectora. Le sirve de disculpa y explicación la crisis y la reducción del presupuesto, pero el origen último de tanta tijera es ideológico: Núñez Feijóo es un seguidor de las políticas de Esperanza Aguirre y del PP madrileño en general, por eso elimina políticas sociales y privatiza lo público. Conseguir una caja de ahorros gallega sería anotarse un punto, pero es asunto peliagudo. Hasta su partido defiende lo contrario.

Feijóo es seguidor de las políticas de Esperanza Aguirre y el PP madrileño
Aplica una política sistemática y mantenida de castigo al gallego

Y preocupante, pero además desestabilizador, es aplicar aquí también el programa del nacionalismo centralista y castizo. A ello responde el abandono del consenso y de las políticas de protección de la lengua gallega, que vive el dilema histórico de su supervivencia, para aplicar la política sistemática y mantenida de cuestionamiento y castigo a la lengua gallega. Ahí está la Consellería de la Presidencia, amenazando a los ayuntamientos para que no contraten personas que acrediten conocer gallego. No hay estampa más baja para un político gallego.

Feijóo llegó como el abanderado de las campañas lanzadas por la prensa de la derecha madrileña y está tan entregado a esa visión tan provinciana y centralista que olvidó completamente que la sociedad gallega existía. No se puede aplicar a rajatabla el programa de la derecha madrileña en Galicia. La derecha madrileña defiende unos intereses particulares que chocan con los intereses y el sentir de la propia derecha gallega. Y no se nos puede pedir a los gallegos que aceptemos ser despreciados, que aceptemos que proteger y defender la existencia de nuestra lengua sea una "imposición del gallego". Eso es llamarnos estúpidos o "gallegos en el sentido más peyorativo de la palabra". Feijóo volvió a revolver toda la sociedad cuestionando nuestra lengua, la que nos une y nos hace ser quienes somos, la hablemos y escribamos o no, porque no aprendió la lección del Prestige: no nos sacó de nuestras casas entonces la desastrosa gestión de un naufragio por parte de Álvarez Cascos, fue el desprecio que nos hicieron al ocultar y negar el desastre, y cuando nos llamaron "perros" al protestar por el abandono del Gobierno. Parece mentira, pero Feijóo o no conoció o olvidó lo que fue aquella rabia. Y es que, simplemente, desconoce la sociedad gallega: comparte la idea reinante en los medios de poder madrileños de que Galicia es irrelevante y no tiene derecho a existir políticamente y a gestionarse a sí misma. Es una idea equivocada, la sociedad gallega tiene una conciencia política de sí muy débil, pero tiene sentido de la dignidad colectiva.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Dejemos en paz ya a Rosa Díez. Su trayectoria política la puede conocer cualquiera y lo dice todo del personaje. Y si habló con desprecio de los gallegos y se reafirma es porque dice lo que aprendió aquí. Sí, ella estuvo aquí. La diputada por Madrid vino en un autobús con otros a manifestarse contra algo que llamaron "la imposición del gallego". Y no estuvo ella sola, miró a los lados y vio que junto a ella se manifestaban dirigentes del PP de Galicia. El conselleiro de la Presidencia y el propio presidente de la Xunta acudían a esas convocatorias que culpabilizaban nuestra identidad colectiva. Rosa Díez tiene motivos para sentirse traicionada cuando, ahora, esos la critican: "¡Serán hipócritas!¡Pero si es lo que pensaban ellos también!". Atacando a vascos y catalanes y despreciando a gallegos, la diputada madrileña consigue votos en su circunscripción. Pero aquí no deja de ser un chivo expiatorio de quien hoy gobierna la Xunta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_