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Ayer estuve en la radio y me preguntaron si escribir de televisión consiste en estar todo el día viendo la tele. Les dije, y a lo mejor me equivoco, que para mí consiste en observar la vida y, de tanto en tanto, comprobar qué hay de interesante en la televisión. Soy de los que piensan que todo oficio y toda tecnología han de estar siempre emparentados con la vida, de no ser así, se convierten en algo enfermo. Finalmente, el mejor comentario de televisión lo hace la propia vida. El sábado La 2 emitió un buen documental sobre Pep Guardiola que contenía imágenes de aquel niño pegado a una pelota de fútbol y declaraciones de compañeros y amigos. Los padres del entrenador resumían, reflexionando para sí, algo que ni siquiera decían haber comentado con su hijo: "Es un enfermo del fútbol". Esa misma noche su hijo se enfrentaba como entrenador a un partido complicado y decidió utilizar la televisión para aplicarla a la vida. Eligió un fragmento de un programa ejemplar, El informe Robinson, dedicado al rescate imposible del alpinista Iñaki Ochoa de Olza, fallecido en el Annapurna en mayo de 2008, para motivar a unos jugadores que últimamente no encontraban la inspiración. La información ha trascendido fuera del vestuario, pero lo importante es que un técnico decide dirigirse a las emociones del equipo en lugar de a valores tácticos del juego para conseguir devolverles ese algo que les faltaba.
Guardiola ejerció esa noche de comentarista televisivo y lo hizo como lo debe hacer un buen comentarista televisivo, extrayendo de la televisión lo que puede enriquecer la vida. Para empobrecerla y pervertirla tienen ustedes una legión de empleados, muchos de ellos a sueldo de las cadenas, pero no cuenten conmigo. Vi que los padres de Guardiola son dos personas humildes pero de principios rotundos. Ese ejemplo cercano, junto al talento particular del hijo para convertir en algo enriquecedor los golpes de la vida, que en la peripecia de un deportista nunca faltan, ayudaron a convertir a quien iba para sólo un enfermo del fútbol, en un enfermo de la vida. Bendita enfermedad.
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