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Un rumano preso en Bonxe gana un premio de relatos cortos

Jorja Mircea, carpintero, cumple una condena de seis años

Jorja Mircea es de Arad, una ciudad transilvana que fue húngara hasta el siglo pasado. Él, de 60 años, ya nació rumano, y en 2006 vino a España para trabajar como carpintero en la construcción. El empleo en Ibi (Alicante) no le duró más que seis meses, porque cometió un error muy grave y el destino se torció. "Yo nunca fumé, no bebo alcohol, no miento, no robo, soy adventista del Séptimo Día, buen trabajador y nunca estuve enfermo... Ya se me ve, porque aparento 10 años menos de los que tengo", dice cuando se presenta.

El fiscal pidió 25 años de prisión pero, al final, el delito que cometió le costó a Jorja Mircea una condena de seis. Ahora lleva a la sombra tres años y cinco meses, y confía en obtener el tercer grado en abril. Entonces se procurará un alojamiento próximo al centro penitenciario de Bonxe (Outeiro de Rei), y buscará un nuevo trabajo de carpintero para ir tirando hasta ganarse la libertad. "En Galicia tengo amigos que me van a ayudar", asegura, "los gallegos son gente con alma".

Pero además, piensa escribir. En la escuela de adultos de la cárcel ya ha firmado cinco relatos, y el último acaba de ganar el segundo premio del concurso literario Ángel Guerra para internos de penitenciarías de España. El primer puesto lo consiguió otro recluso de la prisión de Santa Cruz de La Palma, Óscar Sánchez, pero a Mircea nadie le quita el mérito de haber redactado él solo el cuento en castellano.

Eran 33 los participantes, y la cárcel que esta vez representaba a Instituciones Penitenciarias en el jurado era la de Las Palmas. También formaba parte Alberto Vázquez Figueroa, el escritor más leído en las prisiones del Estado. "Y en Bonxe", confirma un responsable del centro. "Cuando traemos un libro de él, vuela. Igual que los de Pérez Reverte".

Mircea habla mucho de su familia. Está orgulloso de los dos hijos que tiene en Londres ("uno de ellos es inspector de banca"), las dos hijas que viven en Italia y la mujer que lo acompaña desde hace 40 años, lo viene a visitar a Lugo desde Rumanía y le ha perdonado todo lo sucedido. "Tengo una familia fuerte que sigue creciendo. Tanto, que en estos últimos años ya me han nacido nueve nietos", cuenta eufórico en un castellano muy comprensible.

Su cuento ganador se titula El Espejo. Hace muchos años, "más de mil", cuando no se habían inventado los espejos, había un rey que tenía uno, y un día, en un bosque, se le cayó y se le rompió en pedazos. Un leñador se topó uno de los fragmentos, y al mirarse en él, gritó emocionado "¡mi padre!" y se lió a besar la imagen. Al final, lo escondió en el desván de su casa para verlo todos los días, pero le acarreó un conflicto conyugal. Su esposa, mosqueada, subió y descubrió el espejo roto. Vio en él a una mujer, y entendió que su marido le era infiel.

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