Zapatos chinos
Estrenar un par de zapatos nuevos ha llegado a ser una actividad de alto riesgo. La alarma saltó a finales de 2008 y el Instituto Nacional de Consumo ya recomendó entonces paralizar, de manera cautelar, la comercialización de productos con dimetilfumarato, un conservante fungicida que se utiliza sobre todo en el calzado y los sofás que vienen de China. En 2009, las autoridades españolas retiraron de la circulación alrededor de 200.000 pares de zapatos contaminados. La mayoría, 114.173, se localizó ya en el mercado, y en la aduana se rechazaron los demás, 87.876.
El dimetilfumarato provoca reacciones alérgicas que pueden convertir la vida de quienes las padecen en un auténtico infierno. Los testimonios hablan de picores, granos, quemaduras. Los pies se hinchan a los pocos días, si es que se han metido en unos zapatos infectados, o la espalda puede llenarse de eccemas si es que se ha apoyado en un sofá que llevaba en una bolsita el dichoso conservante. Si los chinos lo utilizan con tanta alegría, las hipótesis pueden ser dos: a) que, por la razón que fuera, pretendan castigar a Occidente, llenando de tribulaciones a algunos de sus ciudadanos, o b) que, teniendo en cuenta su diligencia y laboriosidad, hayan inventado un antídoto secreto que evite los efectos del dimetilfumarato.
Sarpullidos, calambres, irritaciones. Los primeros casos se detectaron en Finlandia. La causa: unas sillas que habían llegado de China con las peligrosas bolsitas. Pero aquí, como ha pasado ya otras veces, la batalla entre chinos y españoles se libra sobre todo a zapatazos.
Un empresario de Elche viajó en los ochenta a Wenzhou, una ciudad de millones de habitantes de la costa oriental china que se dedica en buena medida al calzado, y se puso a fabricar allí sus zapatos. Mano de obra barata: mayores beneficios. En los últimos años, sin embargo, son los chinos los que han instalado sus negocios aquí. Y en septiembre de 2004 estallaron los conflictos en el polígono industrial de Carrús, Elche. "¡Chinos no!", gritaron entonces los ilicitanos. Ahora, las autoridades combaten los zapatos chinos que llevan dimetilfumarato. ¿Es otro episodio más de una antigua guerra o se trata de otra cosa? Continuará.
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