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Reportaje:

Piquete de fuego en Alcalá

Empleados de Electrolux forman barricadas para impedir el acceso de camiones a la factoría en protesta por el cierre y el despido de 450 trabajadores

A las 5.25 de la mañana cinco obreros charlaban en la oscuridad apoyados a la entrada de la fábrica de Electrolux en Alcalá de Henares. Tenían aire de matar el tiempo antes de que a las seis comenzara su turno. Se palmeaban las manos para combatir la temperatura por debajo de cero. Hasta que a las 5.30 alguien dio la señal.

Un toro mecánico salió de la factoría cargado de palés. Los obreros corrieron hacia él, descargaron las maderas y, ante los guardias de seguridad, las incendiaron con alcohol. En unos minutos el fuego formaba una barricada de cinco metros de ancho y uno de alto, y los obreros -miembros del comité de empresa y de las secciones sindicales- habían pasado a 40. El objetivo era exigir más protagonismo en la negociación del inminente cierre de la fábrica, que significará el despido directo de 450 trabajadores y de otros 1.000 de subcontratas. La fecha acordada, la más optimista, es marzo de 2011, pero el comité anuncia que ya se prepara una primera remesa de 70 despidos. Este periódico no pudo contactar con Electrolux para que confirmara este punto.

A las cinco y media de la mañana prendieron varios palés de madera

Los obreros organizaron un piquete. Los camiones de carga y descarga no podían pasar. Una veintena formó un pasillo a la entrada. "Esto va para un par de horas", avisaban los guardias de seguridad a los conductores, pero el piquete no se disolvió hasta las 17.30, informan los trabajadores. Los bomberos tuvieron que enfriar a manguerazos el suelo para que pasaran los vehículos sin que se les reventaran las ruedas. No hubo incidentes más allá de alguna discusión con conductores. La policía invitó a desalojar dos veces el terreno, pero nadie se movió.

Cuando a las seis de la mañana llegaron los autobuses con obreros, los manifestantes les ordenaron pasar a la fábrica. "A fichar, que no falte nadie", gritaba Miguel, uno de los instigadores. "Todos para adentro, que lo último sería perder horas de producción", recomendaba otro. Después de que la fabricación de lavadoras haya caído de 700.000 hace tres años a 287.000 este curso, los trabajadores no quieren darle razones a "los suecos", como llaman ellos a los dueños de la empresa, para echar a nadie.

China, Tailandia y la deslocalización explican el cierre. "Somos los últimos en España", explicaba un obrero. "Primero cerraron Logroño y Barcelona, y ahora van a por nosotros". La fábrica lleva en Alcalá desde 1964. Ni siquiera un viaje de obreros a Bruselas en octubre tuvo efecto contra el cierre.

A las nueve de la mañana los trabajadores se reunieron en el exterior para debatir la estrategia. Iban todos en mono azul, representando a tres generaciones de habitantes del Corredor del Henares. La mayoría eran jóvenes en la treintena y con un salario de unos 1.200 euros. También había veteranos como Carmen, de 60. "Yo llevo ya 39 años aquí, desde la época en que no se paraba de hacer lavadoras". Las promesas de indemnizaciones no convencen; tampoco el plan de la empresa de que parte de los empleados se incorporen a una empresa a la que Electrolux facilite los terrenos. Francisco Javier Alcázar, miembro del piquete, sonríe al escuchar las propuestas: "Que lo concreten. Antes teníamos un puesto de trabajo, y ahora tenemos humo".

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