_
_
_
_
AL CIERRE
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El lugar de Aira

Hacía seis meses, dos semanas y tres días y medio que duraba la mudanza. Se sucedían los camiones llenos de muebles, de electrodomésticos, de lámparas, de cuadros, de espejos que reflejaban otros espejos, de baúles llenos de cajas, de cajas llenas de toallas, jerséis, calcetines, camisas, mantas, sábanas, cubertería, platos, sartenes, cacerolas, revistas, cartas, ortopedia, manuscritos, documentos, implantes. Menos mal que había quemado los libros, porque si las 10 horas que había calculado que duraría la mudanza iban camino de convertirse en siete meses, con los 180.000 libros habría tardado tres años en mudarme.

A juzgar por el primer párrafo, se diría que la mudanza estaba siendo garcíamarquiana o javiermariana. Nada más lejos de mis intenciones. Yo la quería, repito, de 10 horas, monterrosiana, carveriana (después de que la mujer de Carver nos revelara que eran suyas las ideas de los relatos de su marido, antes de que la mujer de Carver nos revelara que su marido era hipotáctico, subordinante, que era su editor el autor real de lo que se conoce como estilo carveriano). Yo quería una mudanza mínima y llegar a tiempo a una fiesta que comenzaba a las ocho y se demoraría hasta la madrugada. Pero me dieron las ocho, las diez, las doce, las tres, octubre, noviembre, febrero, y la mudanza continuaba.

Así que empecé a pensar que estaba siendo una mudanza macedoniana o, mejor aún, airana. Por eso se dilataba. Por eso cambiaba de sexo, quiero decir de género. Por eso cambiaba de tercio. La esposa de Tess Galagher reveló las cartas de su marido a Gordon Lish. Le pedía que se limitara a ser "un buen editor, no un escritor fantasma", le confesaba que no soportaba más "esta especie de amputación y trasplantes quirúrgicos" que suponía la edición/reescritura de sus textos. De modo equivalente, estas crónicas de ficción engordan, mutan, proliferan. Les crecen prótesis. Se embarazan de trillizos y de nietos bastardos. Como dice Aira en El llanto: "me había tomado todo el tiempo del mundo, y el mundo mismo". E insiste: "Si algo comenzaba a crecer dentro de mí, era no entender". Escribo (me mudo) para encontrar preguntas (respuestas tal vez).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_