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Columna
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Abriéndose al exterior

La economía gallega necesita abrirse más al exterior. Existen empresas y sectores productivos como Inditex, Citroën y Pescanova; la automoción, el naval y el textil, que lo llevan haciendo exitosamente desde hace años. De hecho, eso es lo que explica lo positivo de algunos indicadores agregados de apertura, como el peso de las exportaciones gallegas en el total español. Pero es insuficiente. Es necesario ampliar mercados y diversificar productos. En la actualidad, nuestras exportaciones se concentran en un puñado de países (Portugal, Francia, Alemania, Italia) y ramas productivas. Además, las pequeñas y medianas empresas, que son la mayoría, se ven incapaces de ampliar mercados. Es verdad que hay quien tiene la habilidad de alcanzar el éxito basándose en las relaciones exteriores, como lo ha hecho brillantemente Blu:sens. Pero la realidad es que el apoyo y la planificación estratégica pública son imprescindibles en muchos casos. Precisamos, por tanto, de un Plan de internacionalización para la economía gallega que extienda el abanico exportador en cuanto a destinos, empresas, sectores y productos. Es verdad que en la actualidad se están haciendo cosas. Pero es fundamental incrementar los recursos (y en esto las cajas de ahorros gallegas pueden ayudar de forma significativa) e integrar todas las actuaciones en un plan global y coherente.

Lo que en su día fue un signo de debilidad, la emigración, puede ser hoy un valioso activo

En todo caso, internacionalizarse no es sólo exportar. También lo es captar inversiones extranjeras directas. Y no sólo por lo que conlleva en términos de capital productivo privado, sino porque esas inversiones suelen conllevar la presencia de multinacionales con capacidad de generar efectos de arrastre y contribuir a la capacidad innovadora de un territorio. De nuevo, el ejemplo de Citroën es paradigmático. En la actualidad, la inversión extranjera que llega a España y se emplaza en Galicia es marginal. El margen de incremento es sustancial. Y en este sentido, vuelve a ser preciso contar con una estrategia global dentro de un plan de localización de inversiones. Plan que sería más complejo y amplio que el anterior, en tanto que la capacidad de atracción de un territorio como Galicia pasa por un refuerzo sustancial de aspectos tan diversos como la logística (incluyendo las infraestructuras de transporte interregional e internacional), el sistema de I+D+i, o las economías de aglomeración que se obtendrían al reforzar la agrupación en clusters sectoriales, el anillo de ciudades y la eurorregión Galicia-Norte de Portugal.

Finalmente, no hay que olvidarse del capital humano. Lo que en su momento fue un claro signo de debilidad socioeconómica, la emigración, hoy se puede convertir en un valioso activo, como lo demuestra el ejemplo irlandés. Tenemos que aprovechar mucho más los contactos en el exterior y las redes formales e informales de empresarios en el extranjero. Y debemos potenciar el contacto con los investigadores gallegos desperdigados por el mundo adelante. Es verdad que el bipartito impulsó el llamado proyecto IMAN para incentivar la vuelta de algunos de ellos a Galicia. Sin duda, un proyecto muy interesante que no debería perderse. Pero no es la única línea de trabajo ni probablemente la más sencilla. Porque es muy difícil equiparar condiciones laborales y recursos materiales a personas que trabajan en universidades y centros de investigación de élite internacional. Sin embargo, no lo es tanto facilitar la integración de esas personas como investigadores asociados, con estancias temporales en los grupos de investigación radicados en Galicia.

Pensar más en términos de red y en reforzar los vínculos de los nodos gallegos a los mejores nodos internacionales. Saldría relativamente barato y podría tener unos enormes efectos positivos para nuestra capacidad innovadora. Y no hablamos de simples ayudas a los desplazamientos como en la actualidad; sino de condicionar la perentoria financiación adicional de las universidades al cumplimiento de objetivos ambiciosos y positivos para el conjunto de la sociedad. Una mayor internacionalización debe ser uno de ellos.

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