El tótem más alto del mundo
Algunas tribus indias de la Columbia británica practicaban una ceremonia pública llamada potlatch. Consistía en destruir frenéticamente objetos de gran valor para demostrar que eran ricos. Al otro extremo del mundo, el emirato de Dubai ha organizado su potlatch particular. Apenas un mes después de reconocer que el emirato sufría una crisis financiera pavorosa, con riesgo de impago de parte de su deuda de 100.000 millones de dólares, que casi hunde las Bolsas de todo
el planeta, el jeque Mohamed Bin Rashid
al Maktum inauguró
el lunes pasado el Burj Dubai, una torre de 828 metros de altura, con 169 plantas y un coste de 1.100 millones de euros. Como era de esperar
en ese Benidorm
con pretensiones de Babilonia que es Dubai, la torre se presenta a modo de prodigio pueril. Compruébese cómo se regodean las crónicas en describir trivialidades -los 26.000 metros cuadrados de paneles de cristal cortados a mano por 300 expertos chinos-, cómo se precisan a la micra los metros en los que supera a la segunda mayor torre del mundo, caída ya en merecido descrédito, o con qué entusiasmo se describen los fuegos artificiales y las piruetas de los paracaidistas que inauguraron el edificio.
El despliegue arquitectónico atesorado en el Burj Dubai apenas puede ocultar su carácter de tótem, es decir, de símbolo protector de la tribu. No hay más que escuchar a Mohamed
al Abbar, director de la compañía inmobiliaria que ha financiado la imponente atalaya para confirmar la insondable irracionalidad de la causa. "¿Por qué construimos todo esto? Para traer calidad de vida y sonrisas a la gente". Al Abbar rechaza la desasosegante realidad del crash inmobiliario que ha arruinado Dubai y la lógica implícita en el hundimiento de los precios; lo que importa es que el poder del tótem de 828 metros atraerá mágicamente
la felicidad.
No hay que descartar que Al Maktum y
Al Abbar acierten con
su potlatch y su tótem. Las ceremonias y los símbolos embaucan a los mirones, pero apuntan a dioses muy cercanos. Para ser exactos,
al Gobierno de Abu Dabi, que ha inyectado 10.000 millones de dólares para sufragar la quiebra de Dubai. Cuanto más se agita el sonajero con mayor rapidez
se calma el niño.
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