Cristiano, perdido
No había fotógrafo que no buscase cualquier detalle de Cristiano Ronaldo en el día de su bautismo en el Reyno de Navarra. La llegada del conjunto de Pellegrini a Pamplona provocó una reacción habitual cuando el Madrid hace las maletas: la hinchada visitante la toma con el portugués, convertido casi siempre en el centro de todas las críticas y los silbidos. No era necesario que el futbolista de Madeira tuviera ningún encontronazo especial con la grada para que le llovieran insultos y recuerdos a distintos familiares en un estadio habitualmente poco cariñoso con el Madrid. Su predecesor en la galaxia futbolístico-mediática, David Beckham, ya sufrió las caricias de una hinchada enrabietada históricamente con la casa blanca. No es algo que le sorprenda al luso, pero en esta ocasión no fue capaz de sobreponerse al abucheo constante al que fue sometido, ni cuando se relamió al disfrutar de una falta directa en la frontal del área. El portugués mimó como siempre la pelota, resopló, tomó carrerilla... y mandó el balón muy alto. Luego miró el césped como si algo le hubiera molestado.
Ronaldo trató de no arrugarse, pero el discurso hostil del público lo sacó en parte del partido ya en la primera mitad. Apenas dos arrancadas y un lanzamiento de falta en la segunda mitad fueron los únicos destellos que hicieron tambalearse a la defensa rojilla.
Tampoco Xabi Alonso, sublime en el pase, fue capaz de gobernar un partido duro, físico, que bloqueó en demasía al conjunto blanco. La presencia del centrocampista es siempre una garantía de cordura, templanza y sacrificio que en ocasiones no sirve para voltear los partidos. Lass no se adaptó a un encuentro en el que su despliegue físico encontró por fin competencia en los pulmones de un iraní, Nekounam, que soportó el enorme poderío del francés. Osasuna tiró de casta para no caer en el enredo cerca del área, algo que Camacho había remarcado en las sesiones previas al partido.
Ni siquiera Roversio, ausente de los terrenos de juego los últimos 13 meses tras destrozarse una rodilla la pasada temporada, sucumbió a las bicicletas de Cristiano, que no encontró en Higuaín, el último iluminado en el Reyno de Navarra, un socio capaz de bautizar con goles el encuentro.
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