Ann Nixon Cooper, una inspiración para Obama
El presidente aludió a ella en el discurso de su victoria
El secreto de su longevidad radicaba, según relató ella misma, en que básicamente era una persona feliz. Y que esta definición no engañe a nadie, porque esa felicidad, en el caso de Ann Nixon Cooper, no era sinónimo de ingenuidad. Baste decir que la señora Cooper creció en el segregado sur de Estados Unidos para saber que conocía de primera mano las dificultades y durezas de la vida.
Dada a conocer al mundo por el presidente Barack Obama, cuando en la noche de su victoria en las elecciones de 2008 la citaba como el ejemplo "de esperanza y sufrimiento" del siglo pasado, Ann Nixon Cooper moría en su casa el pasado 21 de diciembre, 19 días antes de celebrar su 108 cumpleaños, rodeada de sus seres queridos.
"Cooper ha vivido para ver cómo se alzaban las voces que fueron silenciadas", dijo Obama en noviembre de 2008, en sus primeras declaraciones en Chicago tras saberse ganador de las elecciones presidenciales. Poco después de esta Navidad, informado del fallecimiento de la anciana centenaria, Obama emitió un comunicado en el que resaltaba que la vida de Cooper "era el reflejo del espíritu de comunidad, cambio y progreso que está en el corazón de la experiencia americana". "Su vida me ha inspirado y continuará haciéndolo en los años venideros", finalizó el mandatario.
Nacida el 9 de enero de 1902, Cooper sufrió la discriminación racial y las leyes de segregación que dibujaban una línea invisible entre su vida y la de los blancos; fue testigo del surgimiento y consolidación del movimiento de derechos civiles; y vivió los años suficientes para poder votar -con 106 años- por el primer hombre negro que aspiraba a la Casa Blanca.
Como recordó Obama en su gran noche electoral, la anciana no sólo sufrió la discriminación por el color de su piel, sino también la de su género.
Durante años, Cooper no pudo votar por ser negra, pero tampoco por ser mujer. La primera vez que estuvo registrada para votar fue en 1941, pero incluso cuando era legal que pudiera hacerlo, la tradición impuso que ese derecho lo ejerciera su marido por ella. Albert B. Cooper -fallecido en 1967- era un prominente dentista de Atlanta (Georgia), donde la pareja vivió toda su vida.
Esa ciudad celebró el pasado lunes un funeral por su memoria. La memoria de los negros en el siglo XX estadounidense.
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