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Uriarte asegura que "volvería a intermediar" entre el Gobierno y ETA

El obispo de San Sebastián afirma que no se arrepiente de "haber participado"

A pocos días de su despedida, el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, aseguró ayer que "volvería a intermediar" entre el Gobierno y ETA si fuera necesario. "No estoy nada arrepentido de haber tomado parte de esto", afirmó el prelado, que participó en la mesa de negociación entre la banda terrorista y el Ejecutivo de José María Aznar durante la tregua de 14 meses decretada en septiembre de 1998.

Aunque la pasada semana reconoció que, a sus 76 años, tal vez no sea la persona más adecuada, - "tendría que ir con bastón"-, el obispo se mostró dispuesto a colaborar en caso de una eventual negociación. Sin embargo, el Gobierno no contempla un proceso de este tipo mientras la banda terrorista no cese definitivamente su actividad.

"La paz no podrá llegar sin buscar toda la verdad y sin justicia", afirmó

En una entrevista en ETB, Uriarte sostuvo que "la paz verdadera" y la reconciliación no podrá llegar a Euskadi "sin buscar toda la verdad, sin practicar la justicia y sin ser capaces de perdonar y pedir perdón". Aunque precisó que no es analista político y que no tiene datos de primera mano "para saber si la cosa está más cerca", consideró que, "más que de optimismo", habría que hablar de "esperanza" ante el futuro teniendo en cuenta la situación actual. También dio su visión de la complejidad que encierran este tipo de negociaciones. "Hay que ser prudentes y llevar las cosas por una vía sumamente discreta", recalcó, porque "un proceso de estos puede descarrilar fácilmente cuando se interfieren ideologías muy compactas, maximalismos, desconfianzas e intransigencias".

Uriarte se mostró muy dolido por las críticas hacia la Iglesia vasca y su "equidistancia" ante las víctimas de ETA. Censuró que se diga "que estábamos más cerca de los verdugos que de las víctimas" y recordó que él presidió "todos los funerales" de las víctimas del terrorismo y ha fustigado "cientos de veces el desatino de ETA". Sus alusiones al sufrimiento de los familiares de los presos de la banda no delatan, añadió, ninguna simpatía por ETA y sus secuaces sino "humanismo".

Por otro lado, también se mostró preocupado por la "herida" abierta en la comunidad eclesiástica guipuzcoana ante la llegada el 9 de enero de su sucesor, José Ignacio Munilla. Consideró muy importante cuál será la posición del nuevo obispo ante la comunidad -el 77% del clero está en contra de su nombramiento- para reestablecer la unidad.

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